¿Cuántas masacres más deberán ocurrir para que renuncie el comisionado estatal de seguridad pública, José Antonio Ortiz Guarneros? Por el alto número de ilícitos que se registran en el estado y por la falta de resultados en la prevención del delito, la Asociación de Abogados Penalistas pidió la destitución del marinero. La agrupación estaba protestando por el asesinato del abogado Daniel Benítez Callado, ocurrido el pasado fin de semana en Temixco. En esas se hallaba Morelos cuando llegó la masacre de la colona Barona, anteanoche, asesinadas nueve personas y heridas dieciséis en un velorio interrumpido por la irrupción de un comando armado que disparó cientos de balazos. Este evento superó al ataque armado del restaurante de mariscos Los Estanques de Cuautlixco, el 13 de abril de 2019, que cobró las vidas de seis, entre ellos dos menores de edad, y dejó más de diez heridos. Pocos días después, el fiscal Uriel Carmona calificó de “avance importante” la aprehensión de dos personas que participaron en la masacre. Pero mintió: la detención del par de presuntos sicarios no fue el resultado de una investigación, se debió a que resultaron heridos en la balacera, al parecer fueron llevados a sendos hospitales por sus propios compañeros y allí los declararon detenidos. Atrapados los morelenses en la peor crisis de inseguridad de que se tenga memoria, el obispo Ramón Castro Castro confirmaba para el uno de junio una marcha por la paz y la seguridad. Lo hizo luego de sostener una reunión con funcionarios del Ejecutivo en la que afirmó que el comisionado estatal de Seguridad Pública, José Antonio Ortiz Guarneros, le aseguró que “en un año darán resultados”. Aunque no con la misma energía que en situaciones similares mostró contra el anterior gobernador Graco Ramírez, el titular de la diócesis de Cuernavaca consideró que un año “es mucho tiempo” para obtener resultados en materia de seguridad. No le quedó otra opción que desear “respuestas más efectivas y que no nos dieran (pidieran) tanto tiempo”. Otra significativamente distinta había sido su actitud dos años atrás. Del domingo 3 de junio de 2018 es esta parte de la crónica de “La Jornada”: “Miles de personas –los organizadores calcularon 30 mil– vestidas de blanco participaron en la cuarta caminata por la paz y contra la violencia, convocada por la diócesis de Cuernavaca que encabeza el obispo Ramón Castro Castro. El prelado llamó a las autoridades, sin mencionar a ninguna en particular, a buscar los modos para terminar con el narcotráfico, la impunidad y la corrupción que cada día carcomen a la sociedad mexicana. Castro aludió a los próximos comicios para pedir a los morelenses reflexionar y no vender su voto por una despensa, una camiseta, un paraguas o por dinero. No entreguen su dignidad ni su futuro, porque eso que les dan les va a costar miles de veces más; ustedes existen sólo en este periodo de elecciones y después (los gobernantes) se olvidan. La marcha comenzó a las 8 horas, del barrio de Tlaltenango, ubicado en la avenida Morelos norte, y concluyó una hora y media después en el centro de Cuernavaca, en la Catedral. En calles aledañas el obispo realizó una eucaristía que terminó a las 11:30, una hora después. Allí, el religioso aseguró que la inseguridad y la violencia en Morelos es tan grave que en el municipio de Puente de Ixtla, al sur de la entidad, hace unos días, integrantes de la delincuencia organizada realizaron una reunión con los comerciantes para informales que aumentó la tarifa de cobro de piso”. Hoy, la pandemia que desaconseja actos multitudinarios le da el pretexto al obispo para no convocar una marcha contra la inseguridad… (Me leen después).

Por José Manuel Pérez Durán / jmperezduran@hotmail.com

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