La Era (Calalpa) es un pueblito que pertenece al municipio de Tlaquiltenango, el de mayor extensión del estado de Morelos. Se ubica a 10.5 kilómetros al noreste de la cabecera municipal, y tiene unos 400 habitantes, 26 más que en 2005. Pero existe una comunidad aún más pequeña y con menos personas que La Era. Se llama Los Elotes (San Miguel de los Elotes) y también está situada en el municipio de Tlaquiltenango, a 13 kilómetros de la cabecera; tiene 85 habitantes

Los Elotes es un puñado de casas desparramado en un valle chiquito, verde, fértil, húmedo, caluroso, en medio de la nada. Lo recuerda el columnista. En 1982 estuve ahí un ratito, cubriendo la campaña del en ese momento candidato a gobernador, Lauro Ortega Martínez, quien luego se jactaría de haber visitado “los 400 pueblos de Morelos”. A Los Elotes llegué con el fotógrafo del Diario de Morelos, Lucio Lara Juárez, en un Volkswagen safari que amenazaba desbaratarse en el zangoloteo de la brecha bordeada por los zaguaros de la selva baja caducifolia de Huautla que se prolonga hasta el estado de Guerrero. El paisaje es imponente, y abundantes la flora y la fauna sobre grandes extensiones aún deshabitadas por el hombre donde deambula el venado y caza el jaguar. (En agosto de 2014, tres imágenes de un jaguar adulto fueron atrapadas mediante la técnica de foto trampeo para la que utilizaron 22 cámaras en la tesis de maestría de la bióloga Floriely Castro Campos dirigida por David Valenzuela Galván, investigador del Centro de Investigación en Biodiversidad y Conservación de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos).

 Región de paisajes contrastantes que van de la exuberancia en las riberas del río a los acantilados rocosos cortados a tajo y lomas heridas por cactus clavados en colinas y planicies, el otrora pueblo minero de Huautla es poco visitado por el turismo, a diferencia de los manantiales de Las Huertas, disfrutados por miles de capitalinos que se quedan los fines de semana para acampar. Para llegar a Las Huertas se corta por una desviación de la Autopista del Sol, un par de kilómetros adelante del entronque de Tequesquitengo. O por El Higuerón, al cual confiere su nombre el cerro que domina el valle de Jojutla, donde el columnista tiene un amigo que ofrece un trozo de carne de los venados que los lugareños suelen cazar, sólo para comer, no para vender. Cinco minutos después, estarás entrando a la selva baja caducifolia, y durante media hora darás tumbos en los hoyancos del camino que lleva a Las Huertas. En verano la temperatura es de mucho más de treinta grados. Los cactus destacan como agujas clavadas en el suelo, mientras los árboles de tallos rojizos imprimen destellos de sol brillante. Saliendo de una curva, por unos segundos se te aparecerán dos correcaminos de tono cenizo corriendo delante de tu camioneta, esbeltos, zigzagueantes, erráticos, y esto, según los lugareños, es señal de buena suerte. Cierto, porque al poco rato tendrás el privilegio de ver un águila como a cincuenta metros, asidas sus patas poderosas a un cactus en forma de tenedor. Si eres buen observador y las conoces, notarás que, inexistente el frío del invierno, ahí el águila no protege sus patas con “botas” de plumas. Por unos instantes brevísimos parecerá mirarte con sus ojos interrogantes antes de emprender el vuelo majestuoso, ensanchar sus alas de puntas blancas y perderse en el azul del cielo infinito. También admirarás al halcón buscando con su visión privilegiada al conejo, ardilla o víbora sobre la cual se lanzará en picada vertiginosa. 

En Huautla, por cierto, hace 30 años arrancó Lauro Ortega su campaña rumbo a la gubernatura. ¿También lo acaba de hacer Margarita González Sarabia en La Tigra? Es muy pronto para saberlo. La Tigra, municipio de Puente de Ixtla, es también una de las comunidades rurales más pequeñas del estado de Morelos. Ahí estuvo recientemente la directora general de la Lotería Nacional, quien posteó al lado de un grupo de lugareños: “Hay comunidades muy alejadas de la capital del estado pero que con su propia organización e iniciativa hacen un gran esfuerzo por salir adelante. Tal es el caso de La Tigra cuyos productores se han dado a la tarea de recuperar su selva baja con proyectos agroecológicos. Un verdadero ejemplo a seguir”. (Me leen mañana).

Por: José Manuel Pérez Durán / jmperezduran@hotmail.com 

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