Por ahí de las 5.30 de la tarde del miércoles pasado, cruzó el cielo de Morelos el helicóptero que llevaba a Santiago Mazari, (a) “El Carrete”, a la Ciudad de México. Minutos antes, no muchos, había despegado de Filo de Caballos, una comunidad guerrerense de 900 habitantes enclavada en la sierra del municipio de Leonardo Bravo, para dirigirse a la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SIEDO). Dos días después, la madrugada del viernes vía aérea el capo del cártel Los Rojos fue llevado al estado de Jalisco para ser ingresado al penal de alta seguridad de Puente Grande. ¿Cómo fue detenido? Las notas publicadas en medios recrean los momentos del arresto. Acosado por un grupo de contrarios, hacía días que Mazari deambulaba por la zona de Filo de Caballos. No estaba solo, lo acompañaba Mario “N”, uno de sus hombres. Cercado por sus adversarios, se metió en una casa a cuyos moradores les ofreció dinero, les dio miedo rechazarlo y el desconocido se apoderó del camión de la familia en el que hacían viajes de piedra. Mazari tomó el volante, le ordenó a Mario que se recostara en el piso de la caja y emprendió la marcha. Saldría de la cuadrilla, tomaría la carretera, que como todas las de la región serrana son mitad terracería y mitad pavimento atestado de baches, y huiría. Eso pensaba pero no pudo. Un grupo de lugareños armados lo paró en seco. Se acercaron al camión que todos los días pasaba haciendo viajes de tierra. Les extrañó el conductor, no lo conocían, no era el vecino al que habitualmente veían manejando el camión, así que le ordenaron al desconocido que descendiera. Revisaron la caja y vieron el cuerpo acostado de Marco “N”. Gritaron: “¡es un hombre muerto!”, pero no era un difunto sino Mario. Uno de los comuneros o guardia comunitario que llevaba un radio de comunicación se enlazó con sus compañeros para pedir apoyo porque habían detenido a dos hombres extraños a bordo de un camión que pertenecía a su vecino. Interrogados Mazari y su compañero, cuando los comuneros supieron la identidad del líder de Los Rojos informaron a la Policía estatal. Junto con Mario, lo entregaron los soldados, marinos y policías federales que hacía días habían tendido un cerco por ahí. Un día antes, un combate entre grupos antagónicos rompió el silencio de esa zona serrana. Se escucharon ráfagas de cuernos de chivo. Las fuerzas federales estaban enteradas de la presencia de “El Carrete” que, por fin apresado, fue subido al helicóptero que lo llevó a CDMX y a lo mejor pasó por Cuernavaca. Pero en Filo de Caballos las cosas malas venían de semanas atrás. La tarde del domingo 11 de noviembre pasado, tres mil integrantes del Frente de Policías Comunitarios del Estado de Guerrero (FPCEG), incursionaron en el poblado de Filo de Caballos. Pretendían recuperar el corredor carretero Casa Verde-Filo de Caballos que se ubica entre los municipios de Leonardo Bravo (Chichihualco) y Eduardo Neri (Zumpango). Por casi cuatro horas, mantuvieron un enfrentamiento con sujetos armados hasta los dientes que dejó un saldo de siete personas sin vida, cinco más heridas, una docena de carros balaceados, viviendas dañadas por el cruce de balas y dos supuestas casas de seguridad calcinadas. Un infierno. El lunes, elementos del Ejército mexicano y de la Policía estatal llegaron a resguardar la comunidad, cuando se temía que la situación empeorara en las próximas horas pues desde hacía algunos días las comunidades de la zona permanecían incomunicadas, sin servicio de luz eléctrica. El grupo del FPCEG son encabezados por los policías comunitarios que lidera Heliodoro Castillo, de Tlacotepec, quienes tomaron el control de la seguridad de la zona de Filo de Caballos que en los últimos meses ya era hostigada por grupos delictivos. Entonces muchos vieron el filo de la navaja con los caballos de la violencia desbocados. El pasado 23 abril, el alcalde de Leonardo Bravo, Ismael Cástulo Guzmán, insistió: en la sierra de Guerrero existe un riesgo de que se presenten situaciones de hambruna, debido a la falta de empleo y oportunidades de desarrollo para más de 15 mil familias que por muchos años vivieron de la siembra de la amapola. Pobreza, delincuencia, siembra y tráfico de amapola y mariguana que en esa área de la región Centro de Guerrero son inmemoriales. En septiembre de 1992, se estrelló en Corral de Piedra el helicóptero en el que viajaba Daniel Estrella Valenzuela. Daniel era el fiscal especial del caso de la desaparición en Morelos del luchador social y miembro de la Dirección Nacional del Partido Revolucionario de Trabajadores, José Ramón García Gómez. Con fracturas en dos costillas y el talón de Aquiles, golpes en la cara y el cuerpo, el fiscal sobrevivió pero no así tres de las nueve personas que iban en la nave… (Me leen mañana).

 

José Manuel Pérez Durán
jmperezduran@hotmail.com

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