Atracos en las cercanías de los bancos seguirán ocurriendo. El de la tarde de anteayer en Las Palmas fue sólo un caso más en la rutina criminal, despojada de 50 mil pesos una septuagenaria por tres sujetos que se desplazaban en un Tsuru y en seguida huyeron. José Alberto Capella Ibarra no pudo o no quiso, y tampoco su sucesor en la titularidad de la Comisión de Seguridad Pública, el vicealmirante José Antonio Ortiz Guarneros. Protagónico, dado a la actuación actoral en videos, aquél resultó un fiasco que al final no agarró ni un resfriado y, aunque de personalidad discreta, éste parece llevar el mismo camino. ¿Es tan difícil, o de plano imposible, idear y poner en práctica una estrategia verdaderamente eficaz para combatir con resultados exitosos a los asaltantes de cuentahabientes? Si los funcionarios responsables de hacerlo no saben, que se hagan asesorar por expertos que sí sepan. O si no, que renuncien. Decirlo es simple, pero no conseguirlo. Tal vez acordar con los bancos que las cajeras no entreguen sumas grandes delante de los clientes que esperan parados en la fila o sentados frente a las cajas. La película mil veces repetida: No hay ladrones solitarios o son muy pocos los que “trabajan” solitos, regularmente actúan en parejas y hasta en tríos pero rara vez cuartetos. Son jóvenes, practican la regla de “entre menos burros, más elotes” y la mayoría son hombres aunque también suelen haber mujeres. Las cajeras (os) no se dan abasto, apenas acaban de atender uno y ya se acerca otro cliente. Entregan sumas grandes de efectivo en presencia de muchos, así que son vistos recibiendo el dinero. Varia pinta la gama de personas en las áreas de espera, hay señoras y señores, jóvenes y viejos, empleados y dueños de negocios, clientes habituales que saludan por sus nombres al personal. Gorras y lentes oscuros están prohibidos. ¿Y de qué sirve? También recibir o hacer llamadas por el celular. Sin embargo, muchos los usan, “watsapean”, checan sus “feices”. Al menos eso parece, ¿pero qué tal si la chica que sale momentáneamente del banco para teclear un mensaje inofensivo en realidad le está avisando a su cómplice que un señor acaba de retirar una suma grande y que en ese instante está saliendo del banco? Desprevenido, el objetivo es interceptado a pocos metros del banco si caminando se dirige a abordar su automóvil, o seguido de cerca cuando ya conduce para sorprenderlo cuadras adelante. La víctima rara vez se resiste, paralizada de miedo por las armas y las órdenes con palabras groseras de los asaltantes que le arrebatan el dinero, huyen en un vehículo usualmente con reporte de robo y nada han podido hacer los testigos para evitar el atraco, pues temen comprensiblemente por sus vidas, sólo llamar al 911 y consolar al señor asaltado. Sucede con demasiada frecuencia, y es normal que ocurra los fines de semana cuando tanta gente necesita efectivo para hacer pagos. Y las preguntas de siempre: ¿hay empleados de bancos –y policías– coludidos con bandas dedicadas a este tipo de atracos? Antes de que entren a trabajar en uno, ¿los empleados bancarios son investigados? Cuando son contratados, además de la consabida solicitud de empleo, ¿presentan constancias de no antecedentes penales? Corresponsables de la seguridad de sus empleados y sus clientes, los dueños de los bancos, que son mayoritariamente extranjeros, son también parte del problema. Pero por años autoridad alguna osado molestarlos, ni federal ni estatal; avaros, codiciosos, invierten poco y ganan mucho, no gastan en seguridad, así que policías armados no hay en los bancos. Cuando les roban dinero los banqueros no pierden: están asegurados. Contratan poco personal, lo explotan, son negreros, les prohíben que formen sindicatos. Comunes los botines pequeños, ha habido sin embargo montos elevados. En este sentido el récord sería de un millón 600 mil pesos. Arrebatados en octubre de 2017 a un comerciante en una sucursal de la colonia Emiliano Zapata en Cuautla.  La nota describió a un hombre que solicitó hacer un depósito y el cajero le pidió que esperara unos minutos. En ese momento irrumpieron dos individuos portando armas de fuego, amagaron al cuentahabiente, le arrebataron el dinero, huyeron con rumbo desconocido, el suceso fue reportado al 911, llegaron agentes de la Policía  Morelos pero para entonces de los asaltantes ni sus luces... (Me leen después).

 

Por: José Manuel Pérez Durán

jmperezduran@hotmail.com 

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