Cada año, con el mes de julio llega una de las etapas más esperadas por miles de estudiantes, padres y docentes: el fin del ciclo escolar. En Cuernavaca, al igual que en todo el país, este momento representa una pausa significativa en la vida cotidiana de muchas familias. Las escuelas públicas y privadas cierran sus puertas temporalmente, los cuadernos se guardan, las mochilas se vacían y los uniformes se quedan colgados. Comienzan entonces las ansiadas vacaciones de verano.

En términos emocionales y físicos, este periodo es altamente benéfico. Tras más de nueve meses de jornadas escolares, exámenes, tareas y responsabilidades, los niños y adolescentes necesitan descansar, jugar, convivir con sus familias y disfrutar de la libertad que implica no tener que madrugar ni cumplir con horarios estrictos. Para los docentes también representa una oportunidad de renovar energías, actualizar conocimientos o, simplemente, desconectarse de la presión constante del aula. Para muchos padres, aunque con retos logísticos, es una oportunidad de pasar más tiempo con sus hijos.

Además, la temporada vacacional también tiene efectos positivos en la economía local. La ciudad de Cuernavaca, conocida como “la Ciudad de la Eterna Primavera”, tradicionalmente recibe visitantes durante el verano, lo que beneficia al comercio, a los servicios turísticos y a la gastronomía local. Desde balnearios hasta parques, pasando por centros culturales y mercados, todo se activa con una vibra más dinámica. A pesar de que en los últimos años el turismo ha enfrentado altibajos, el verano sigue siendo una oportunidad de respiro económico para muchas familias.

Sin embargo, no se obtienen sólo ventajas. En medio del entusiasmo por el descanso y la diversión, es fundamental hablar de los retos, especialmente en el contexto actual de inseguridad que enfrenta el estado de Morelos.

Durante las vacaciones, los hogares se quedan más tiempo vacíos, lo que incrementa el riesgo de robos domiciliarios. Al mismo tiempo, la falta de supervisión escolar puede abrir la puerta a situaciones de riesgo para niños y adolescentes, desde accidentes en el hogar hasta exposición a entornos inseguros si no hay una adecuada vigilancia por parte de los adultos. A esto se suma el riesgo que enfrentan algunas familias al salir de viaje, pues en carretera los delitos como el robo de vehículos o los asaltos también se han incrementado.

En Cuernavaca y otros municipios de Morelos, la violencia no descansa. El cierre del ciclo escolar no es sinónimo de paz pública. Por el contrario, los indicadores de inseguridad continúan en ascenso, y los delitos de alto impacto —como el robo con violencia, el secuestro o incluso el homicidio— siguen presentes en el día a día de los ciudadanos. Lamentablemente, este escenario obliga a replantear cómo disfrutar las vacaciones, priorizando siempre la seguridad y la prevención.

Ante esta realidad, es necesario que las autoridades estatales y municipales fortalezcan las estrategias de seguridad durante este periodo. Se deben implementar operativos en zonas turísticas, patrullajes en colonias con alta incidencia delictiva y campañas de prevención dirigidas a padres de familia, niños y jóvenes, ya que también es urgente que la ciudadanía asuma un rol más activo.

Las vacaciones no deben ser sinónimo de desconexión total de la realidad. Es momento de reforzar los lazos comunitarios, de vigilar colectivamente nuestras calles, de denunciar cualquier actividad sospechosa y de estar atentos al bienestar de nuestros vecinos. La participación ciudadana es clave para contrarrestar el clima de violencia que tanto lastima a Morelos.

Asimismo, este tiempo puede convertirse en una gran oportunidad para fomentar en los niños y jóvenes el compromiso con su comunidad. Talleres de verano, actividades deportivas, voluntariado o espacios de reflexión sobre la paz y la convivencia pueden sembrar semillas de cambio en las nuevas generaciones. No todo se trata de entretenimiento; también se trata de formación, valores y conciencia social.

En conclusión, el cierre del ciclo escolar y la llegada de las vacaciones de verano en Cuernavaca representan un respiro necesario y una oportunidad para convivir en familia, pero también nos recuerdan los desafíos que enfrentamos como sociedad. No podemos bajar la guardia ante la inseguridad, ni permitir que el miedo nos robe la posibilidad de disfrutar nuestro entorno.

Hagamos del verano no únicamente una temporada de descanso, sino también de responsabilidad compartida. Sólo con ciudadanía activa, comunidades organizadas y autoridades comprometidas, podremos construir una Cuernavaca más segura, más justa y más humana para todos. ¿No cree usted?

Las opiniones vertidas en este espacio son exclusiva responsabilidad del autor y no representan, necesariamente, la política editorial de Grupo Diario de Morelos.

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