Hoy 6 de enero, nosotros formamos la generación a la que los Reyes Magos le traían la felicidad; ahora, ya mayores, después de tantos años, lo que quisiéramos todos es que la ley se aplicara a rajatabla. Desde la época del triunfo liberal, después de emitirse la Constitución de 1857, el mayor anhelo del gobierno y de los ciudadanos fue que nos convertiríamos en un país de leyes, pero a más de siglo y medio de que eso sucediera México sigue siendo más un país de costumbres que de leyes. ¿A qué me refiero?, a que es un país donde la ley se negocia en base a la costumbre llamada interpretación, lo que es muy grave; y no digamos mentiras, esta mala costumbre es una verdad en esta maravillosa nación.

A partir de la constitución juarista, los liberales ganaron en México, pero lo que también es cierto es que, a pesar de ello, el principio de la correcta aplicación de la ley no se ha logrado. Y si no se cree, hay que darnos una vuelta por la historia a partir de hace más de 150 años en que la negociación de la ley se ha convertido en un mandato de la costumbre. Somos la negociación de la ley, y es una de las inercias fundacionales de México, una transacción histórica cotidiana ya que se aplica a cada día; entre el mandato de las leyes y la costumbre, el pretexto de la interpretación abre la manga ancha para que de esta manera las cosas se manejen a criterio de la autoridad y no se aplique la ley a rajatabla.

Entendemos que, políticamente, negociar la ley fue hacer posible la gobernabilidad, aplicando las leyes a criterio; ya que al ser un elemento de negociación se funda una manera clara de hacer parte de la política, a través de la cual le dio gobernabilidad al estado mexicano por un lado, pero por otro comenzó la era de la impunidad y la corrupción en el país.

¿Por qué? Porque la ciudadanía y la autoridad podían invocarla para aplicarla a rajatabla, o podían de otra manera -si no era a su favor- desafiarla en el mejor de los casos o comprarla cuando la tenía en su contra.

Con base en la costumbre, esta situación fue creciendo a través de la historia, convirtiéndose en una medida de legitimidad política, ya que de acuerdo a la historia mexicana podemos ver que la ley se aplica, o no, de acuerdo a un código no escrito, primero en los asuntos públicos y después en los asuntos privados.

Siendo esta costumbre de negociar el cumplimiento de las leyes la que desde entonces se adquirió, con el pretexto de que el gobierno no podía aplicarla del todo sin crear un enfrentamiento con la sociedad a la que supuesta mente servía, perdiendo por su aplicación la popularidad necesaria para conservar el poder, por lo que se vio obligado entre comillas a aplicar la ilegalidad de la negociación con un propósito que han llamado civilizador, que se ha convertido en una costumbre.

Por eso debemos de estar conscientes de que desde entonces y hasta la fecha la aplicación estricta de la ley significa una severidad intolerable para las costumbres de antes y de ahora. Por eso, de la misma manera, la autoridad que decidiera aplicar estrictamente las leyes en México tendría que encarcelar, reprimir, multar, perseguir y encontrar a una cantidad imposible de ciudadanos. Para realizarlo se necesita empezar por uno mismo y, cuando uno ha aplicado la ley a rajatabla, se convierte en el enemigo de los que detentan la política, porque a éstos no les conviene, ya que las primeras víctimas de una aplicación estricta de la ley serían ellos mismos.

Decirlo es fácil, pero el llevarlo a cabo es profundamente difícil, la legalidad negociada es una realidad actual e histórica; crear un país de leyes, como supuestamente pretende serlo el nuestro, es imposible cuando desde la cabeza se dicen mentiras y se aplica la retórica en lo que no conviene; crear un país de leyes significaría arrancar esa costumbre de la negociación de la ley en la sociedad mexicana, y las cosas después de siglo y medio no se pueden cambiar de una manera absoluta por una determinación individual, después de observar esta costumbre ya arraigada en la sociedad de una ilegalidad negociada.

Por eso, cuando oímos muchas veces sin entender realmente a qué se refieren los políticos al decir “haremos un país de leyes”, en el interior y la mayoría de las veces, inconscientemente nos burlamos de esas palabras como sociedad; pero en el fondo tenemos razón: en este país, la aplicación de la ley como debiera ser no existe, aunque nos digan lo contrario. Los ejemplos todos los días, uno fácil: la mayoría de trece de veinte es una aberración que aprobó la Suprema Corte. ¿No cree usted?

Quiero dar las gracias a todos y cada uno de los que hicieron el favor de enviarme sus condolencias con motivo del fallecimiento de mi señora madre la Dra. María del Carmen León de Lavín. Muchísimas gracias, aprecio sinceramente su apoyo para mí y para mi familia.

 

Teodoro Lavín León
lavinleon@gmail.com / Twitter: @teolavin

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