Sin duda alguna, la nueva pandemia que vamos a sufrir los morelenses es el escuchar una larga lista de mentiras y promesas de campaña que nadie les cree a los candidatos, pero es muy claro que ya los partidos políticos están jugando a las ganadas.
La verdad es que son pocos los que tienen un control como el que antes tenía el PRI sobre sus agremiados; ahora los partidos son más de nombre que de ciudadanos con convicción ideológica, y sus militantes se aparecen sólo cuando les pagan para asistir a las asambleas. El amor por un partido prácticamente no existe y las ideologías que definían y homogenizaban a los miembros de un partido ya no existen.
Ahora la guerra es de todos contra todos y los que tienen la jefatura de los mismos andan desesperados, buscando a los que son verdaderos líderes para que jalen con ellos. La idea es darles a los que forman parte de grupos, asociaciones o sindicatos las candidaturas uninominales para que defiendan las siglas del partido, mientras los dirigentes sólo quieren ser plurinominales para seguir gozando de las mieles del poder.
Nuestro sistema político ya tiene artritis y hay que cambiarlo, hay que modificar varias importantes cosas en él para el 2024; ya en esta elección se irá como está determinado, ya que el artículo 106 de la Constitución, en su último párrafo, señala que no puede haber modificaciones a las leyes electorales durante los 90 días previos al inicio del proceso electoral y, desde luego, dentro del proceso. Entonces así nos vamos.
Tendremos un proceso profundamente complicado por la pulverización del voto con tanto partido político y, como ya todos sabemos, los nuevos existirán únicamente para este proceso, pues será muy difícil que alcancen el porcentaje para permanecer después como partidos políticos.

La pandemia electoral nos pegará a todos, pues nos llenarán hasta el hartazgo de mensajes que no queremos oír y que en verdad no nos importan.

Todos lo que están puestos para “sacrificarse” ya definieron que pintar banquetas, recoger basura, sanear o barrer las calles es algo que necesita la ciudad y lo hacen con un grupo de esperanzados que desean alcanzar alguna chamba en los siguientes tres años.
La intención de voto favorece a Morena sobre los demás, y los que fueron en coalición con esta organización por primera vez tuvieron una amplia votación y creen que ahora les será fácil repetirlo.
La cosa, al parecer, no viene así pues la ciudadanía está cansada de que los representantes o los representantes de éstos no sirvan para nada, y que veamos cómo se roba a manos llenas, que las injusticias son cosa de todos los días y que no contamos con los mecanismos de poder modificar las instituciones y echar fuera a sus miembros inservibles porque no hay revocación de mandato.
Necesitamos alguna esperanza de que podamos los ciudadanos en verdad exigir que cumplan las autoridades, porque estamos cansados, los servicios son malos, la ciudad es un chiquero, obscura y llena de baches cada día más grandes, mientras la autoridad sólo dice estupideces y los ciudadanos sólo estamos viendo la pandemia política que ya nos tiene cansados; cansados de no tener seguridad y de vivir en una hermosa ciudad que tiene todo para ser bellísima, pero que está abandonada mientras sus autoridades se “embellecen” y se hacen ricas. De esa pandemia que ya lleva años también estamos cansados, hartos y verdaderamente desilusionados.
En cuanto a la otra pandemia, las cosas están cada vez más mal y, como siempre, ahora resulta que los culpables somos los ciudadanos ya que “mal interpretamos” el semáforo color amarillo y, por ello, es que en Cuernavaca la cifra de contagios de covid-19 se incrementó al doble en un semana, pasando de 45 a 96 casos, o sea que se duplicó el contagio. Ciertamente, mucha gente es necia y ni se pone el cubre-boca, pero la autoridad también tiene su parte en este desorden.
Si seguimos así, habrá que volver a cerrar los comercios y restaurantes y bares, y tendremos una vez más negocios que cierran porque económicamente ya no se pueden sostener; tendremos más desempleados y, desde luego, más rateros y mayor inseguridad.
El mal ejemplo lo ponen los gobiernos cuando recortan personal, so pretexto de la falta de recursos, en lugar de bajar el sueldo de los de más arriba y de los funcionarios para evitar la crisis en la ciudad.
Cuando para la autoridad es más importante que sus funcionarios traigan cinco guaruras, que pagarles su miserable salario a los empleados municipales, se hace muy evidente que estamos muy mal. Pandemia tras pandemia seguiremos luchando estos tres meses del año y quizá la mitad de año siguiente si es que no nos matan antes. ¿No cree usted?

Por Teodoro Lavín León / lavinleon@gmail.com / Twitter: @teolavin

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