La ciudad de Cuernavaca parece abandonada, la verdad es que todos sabemos que no ha sido realmente una ciudad en que la autoridad se haya preocupado por su imagen, ya no digamos por otras cosas; pero ahora, y después de las obras que realizaron a medias en el centro ya que no lo hacen a conciencia si no a ocurrencia, las calles del centro quedaron más angostas, con un cemento marcado como adoquín, que no se ve mal, ¿pero de qué sirve tanta inversión, si la circulación es imposible?
La falta de autoridad es más que clara, cada quien se para donde quiere, a la hora que quiere y como quiere; porque, como no hay nadie que ponga orden, las cosas cada vez están peor.
Si a ello le sumamos la gran cantidad de taxis que han recibido permiso para trabajar y los que no lo tienen y trabajan de todas maneras, la carga vehicular es cada vez más pesada.
La solución, desde luego, sería el transporte público, pero en Cuernavaca es imposible, es una de las ciudades que tiene el peor transporte público; ni en Bolivia, que está todavía en pañales de desarrollo, las cosas están así. Aquí los ruteros hacen lo que quieren, corren o se alentan cuando quieren y como quieren, se paran en doble o triple fila a subir pasaje a la hora y donde se les pega la gana, se pasan los altos y funcionan en una impunidad total.
Los que saben, porque uno no es especialista, nos dicen que existe más del doble de los rutas o camiones que deberían circular, y que por ello es el caos y que cada vez es menos negocio; y que por eso las “rutas” están cada día más viejas, feas, inseguras y sin el más mínimo mantenimiento.
Mal pretexto, no es entendible, la vialidad en Cuernavaca cada día se pone más difícil; los oficiales de tránsito en moto están buenos para morder al que pueden; al menos hay quejas de muchos de los floricultores de Tétela del Monte, porque ya han perdido varios clientes, pues a los que venían a recoger su mercancía lo vinieron y les salía más caro que comprar en México, ya que, a pesar de ser mucho más barato aquí, la “mordida” de entrada que piden los agentes de tránsito -y la de salida ya cargados- es algo que les aumenta el costo de manera desmedida.
La verdad es que no son capaces de resolver un problema de tránsito, mucho menos de vialidad; el negocio es por delante y de manera descarada.
En la Calle de Matamoros, que quedó de dos carriles echando a perder su trazo prehispánico, no se puede circular más que por un carril, pues en el otro están carros estacionados todo el día, a pesar de los letreros de prohibido estacionarse; y no hay autoridad que pueda con ellos, porque la autoridad no existe siempre y cuando no sea negocio.
Hasta la famosa Calle de Guerrero, donde con trabajo caben dos vehículos, en la esquina donde los demás no puedan dar la vuelta, ahí donde inicia Tepetates, se han de parar los taxistas taponeando la circulación, y si una camioneta necesita dar la vuelta, pues tiene que hacer dos o tres maniobras porque el taxista no se mueve; pero no le toques el claxon porque se molesta tan importante personaje y las pobres “tamarindas” quitaplacas -que es uno de las principales entradas de recursos ilegales al Ayuntamiento- andan dos o tres juntas comiendo o bebiendo en público, cotorreando y chiflando a quienes, desde luego, no les hacen caso.
El día de ayer estaban estacionados cuando menos diez carros en la calle de Guerrero, en una esquina tres que se dicen oficiales juntas y dije: “Señorita, no lo permita, el letrero dice no estacionarse”; me respondió muy amablemente: “Sí, señor, en eso estamos”, pero con un helado en la mano y muerta de risa con sus compañeras, por lo tanto no existe ciudadano que les tenga respeto porque su comportamiento no es el de una autoridad, sino el de todo menos eso.
¿Así cómo van a tener respeto de la sociedad?, tienen unos uniformes, las pobres viejos-viejos, en los que ya no caben y luego remendados para disimular, y les dan un aspecto que en verdad no inspiran el mínimo del respeto, con una actitud de todo menos de policía, pues la otra mitad del tiempo después de comer están hablando por teléfono, y la ciudadanía, si se les acerca, deberá de esperar a que terminen de hablar por teléfono para ver si la atienden. Bueno, ya son ineficaces hasta en quitar placas porque, como hay tantos recomendados y mis compañeros periodistas y muchos de los que portan credencial –y ni siquiera lo son- tienen impunidad total, ellos se estacionan en cualquier lugar.
La vialidad vive un caos. Bueno, la verdad, como la seguridad y todo lo demás. ¿No cree usted?

Teodoro Lavín León
lavinleon@gmail.com   Twitter: @teolavin

 

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