Este viernes 18 de abril de 2025, millones de fieles en todo el mundo conmemoran el Viernes Santo, una de las fechas más solemnes del calendario litúrgico cristiano. Este día, cargado de profundo simbolismo, recuerda la Pasión y Muerte de Jesucristo en la cruz, su sacrificio por la redención de la humanidad y el acto que, según la fe cristiana, cambió para siempre el destino espiritual del ser humano.
Un día sin misa: el silencio de Dios
A diferencia de otras fechas religiosas, el Viernes Santo se distingue por la ausencia de la Eucaristía. La Iglesia Católica no celebra misa este día, como un gesto de luto por la muerte de Cristo. En su lugar, se realiza la Liturgia de la Pasión del Señor, compuesta por tres partes fundamentales: la lectura del relato de la Pasión según San Juan, la adoración de la cruz y la distribución de la Comunión consagrada el Jueves Santo.
El altar se muestra desnudo, sin manteles ni adornos, y los sacerdotes visten de rojo, en alusión a la sangre derramada por Cristo. Este gesto visual acentúa el clima de duelo que invade los templos, pero también de esperanza: se trata, en esencia, de un sacrificio que, según la fe cristiana, abre las puertas de la salvación.
El simbolismo de la cruz: de instrumento de tortura a emblema de redención
El Viernes Santo es también un día cargado de símbolos. La cruz, que fue instrumento de suplicio en la antigüedad romana, se convierte en el emblema central de la jornada. Durante la liturgia, los fieles participan en un acto de adoración de la cruz, un gesto que simboliza la entrega total de Cristo por amor a la humanidad.
Además, es costumbre en muchos países realizar el Vía Crucis, un recorrido que revive las 14 estaciones del camino de Jesús hacia el Calvario. En comunidades de América Latina y Europa, estas representaciones se realizan de manera solemne y reflexivas, combinando elementos religiosos y culturales.
Tradiciones vivas: cómo se vive el Viernes Santo alrededor del mundo
Aunque el sentido del Viernes Santo es universal en el mundo cristiano, las formas de vivirlo varían según la cultura y la región. En países como España, especialmente en ciudades como Sevilla o Málaga, se realizan procesiones multitudinarias donde pasos religiosos —verdaderas obras de arte en movimiento— recorren las calles entre incienso, saetas y tambores.
En México, destacan celebraciones como la Procesión del Silencio en San Luis Potosí, una de las más importantes de América Latina. Las calles del centro histórico se llenan de devotos vestidos de negro que caminan en absoluto silencio, cargando imágenes religiosas al ritmo de tambores fúnebres.
Otro caso notable es el de Iztapalapa, en la Ciudad de México, donde cada año se realiza una representación multitudinaria de la Pasión de Cristo que atrae a millones de espectadores. La puesta en escena involucra a cientos de actores locales y convierte las calles del barrio en un auténtico escenario religioso y cultural.
Ayuno, reflexión y silencio: prácticas que perduran
El Viernes Santo también es un día de ayuno y abstinencia para los católicos. Esto implica reducir la cantidad de alimentos y abstenerse de comer carne roja, como una forma simbólica de unirse al sufrimiento de Cristo. También se invita al silencio, la meditación y la oración.
Muchos fieles optan por pasar el día sin escuchar música, sin ver televisión ni participar en actividades recreativas, como muestra de respeto por el sacrificio de Jesús. Es un día de recogimiento, en el que se invita a reflexionar sobre temas como el perdón, la compasión, la justicia y el amor desinteresado.
Más allá de la religión: un mensaje universal
Aunque el Viernes Santo es una fecha de profundo significado para los creyentes, su mensaje puede trascender el ámbito religioso. La historia de un hombre que entrega su vida por otros, que predica el amor al prójimo, la justicia y la misericordia, resuena incluso en contextos laicos.
La figura de Jesús, más allá de su dimensión espiritual, también es vista como símbolo de resistencia pacífica, entrega total y coherencia moral, valores universales que siguen teniendo vigencia en un mundo sacudido por la violencia, la desigualdad y el odio.