Un suceso que parece sacado de una película de aventuras tuvo lugar el pasado sábado 8 de febrero, cuando Dell Simancas, anestesiólogo de 49 años, grabó en video cómo su hijo Adrián, de 24, fue “tragado” brevemente por una ballena jorobada y, segundos después, fue expulsado de sus entrañas. El sorprendente episodio ocurrió en las gélidas aguas del estrecho de Magallanes, en el sector sur de Punta Arenas, alrededor de las 3:00 p.m. hora local.

Una travesía largamente esperada

Dell Simancas y su hijo Adrián, quien se desempeña como analista, programador y músico, habían planeado una expedición hacia la isla Nassau, en el marco de la llamada Ruta Patrimonial del Cabo Froward. “Teníamos meses preparando la salida, una aventura híbrida de trekking y remo con packraft”, comentó Dell. Sin embargo, lo que debía ser una experiencia de conexión con la naturaleza se convirtió en un episodio tan insólito como aterrador.

El instante del desconcierto

Mientras la travesía avanzaba, Dell decidió sacar su cámara para grabar el recorrido. De repente, escuchó un ruido detrás de él y, al voltear, descubrió que Adrián había desaparecido de la vista. En cuestión de segundos, lo vio emergiendo a la superficie junto a su packraft y, sorprendentemente, acompañado de lo que parecía ser la aleta de la ballena. “Adrián estaba consciente y me estaba hablando, lo que me tranquilizó,” recordó Dell.

Un rescate en medio del desconcierto

El incidente, que dejó a ambos varados en la superficie, obligó a poner en marcha un rescate improvisado. Adrián perdió su remo durante el extraño suceso, y Dell tuvo que remolcarlo hasta alcanzar un lugar seguro. Una vez allí, Adrián volvió a subir al packraft, pero sin su remo, lo que forzó a abortar la travesía por segunda vez.

El relato de Adrián: ¿Una ballena o algo más?

Una media hora antes del incidente, Adrián había observado un chorro de agua que se elevaba a lo lejos, sin saber que se avecinaba un encuentro extraordinario. “Nunca había visto una ballena. Cuando me golpeó, sentí en mi cara una textura como babosa, y vi colores entre azul oscuro y blanco. Por un segundo pensé que iba a morir, porque no sabía qué era,” relató con asombro. Posteriormente, sintió un tirón en su chaleco que lo elevó a la superficie, momento en el que comprendió la magnitud de lo ocurrido. “Grité ‘¡cuidado, hay algo allá abajo!’, pero mi papá me respondía ‘tranquilo, tranquilo’, y eso me cambió el chip,” añadió.

Un desenlace casi surrealista

A pesar del pánico inicial, el incidente se transformó en una experiencia casi cómica. “Lo único terrorífico fue cuando no vi a Adrián ni el bote; pero al verlo de nuevo y escuchar su voz, nos pusimos a gritar ‘¡cállate y agárrate, no sueltes el bote!’” comenta Dell, entre risas. Con tono desconcertado, el padre reflexionó: “No sé de ballenas, pero sí que son muy inteligentes. Creo que la ballena nos protegió, nos alertó de que el clima se estaba poniendo malo para que fuéramos a la bahía; y, si son necios, les perdemos el remo. Porque si hubiésemos encontrado el remo, habríamos seguido.”

Próximos pasos

Lejos de amilanarse, padre e hijo han decidido que esta aventura quedará en los anales como un episodio inolvidable y que intentarán por tercera ocasión concretar su travesía el próximo año.

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