La semana pasada fui a comer al nego­cio de mi amigo Car­li­tos y, aun­que tuvi­mos un ines­pe­rado desen­cuen­tro que lamento en el cora­zón, la ver­dad es que la pasé muy bien pues ade­más de que la comida es exqui­sita y abun­dante, las char­las con él son muy diver­ti­das y polé­mi­cas mer­ced de ese orgu­llo, tan cer­cano a la pedan­te­ría, que tiene por todo lo argen­tino. 'Tene­mos la mano de Dios, el ojo de Dios y hasta al repre­sen­tante de Dios... defi­ni­ti­va­mente somos los favo­ri­tos del de allá arriba', me repite con sorna cada vez que puede.

Esta última vez no lo dijo, y qué bueno pues habría sonado como un pata­leo para ganar la con­ver­sa­ción que empezó muy bien pero se tornó tan­tito incó­moda a causa de las tra­gos de cha­colí que Car­li­tos insis­tió en com­par­tir con­migo. 'El vino suele sacar cosas que el hom­bre se calla', me dijo lacó­nico, citando a Alberto Cor­téz y como jus­ti­fi­cando el lap­sus de inco­mo­di­dad.

'Como sabes, mi her­mano, yo nací en Ran­cul, el pue­blito de Alberto, nues­tro poeta de la can­ción, así que vengo de una tie­rra de artis­tas gran­des', me repite Car­li­tos su pero­rata cada vez que lo visito.

Le tengo apre­cio y valoro mucho sus char­las, aun­que de repente me parece impos­tado y exce­sivo su caló. Como que le importa mucho hacer notar su con­di­ción de argen­tino y lo único que logra es abu­rrirme. Le digo que es casi casi como el ché Gue­vara pero en ver­sión boludo y le da mucha risa pero tam­bién se esponja como pavo real.

Según él vino a México siguiendo la ruta de Mara­dona en Sina­loa y se quedó a tra­ba­jar por esos rum­bos; aun­que le fue muy bien e hizo mucho dinero le dio miedo la inse­gu­ri­dad y se movió más para el cen­tro del país. Ya Mara­dona andaba por otros 'pagos' y a Car­li­tos no le quedó más reme­dio que repen­sar su plan en México. Con lo aho­rrado puso un res­tau­rante de comida argen­tina pero no pegó tan bien como él hubiera deseado. 'Pin­ches mexi­ca­nos todo lo resuel­ven con tacos, tor­tas y pozole', se quejó, y yo le di su estate quieto con un dato de la UNESCO: la gas­tro­no­mía mexi­cana es reco­no­cida como Patri­mo­nio Cul­tu­ral Inma­te­rial de la Huma­ni­dad. Car­li­tos sólo son­río y recu­rrió al tópico de moda: '¿Pero cuán­tas copas del mundo han ganado?'

Para salirme del bucle en el cual ya varias veces nos hemos ato­rado, y ali­ge­rar la inci­piente ten­sión, le sugerí que mejor siguiera con­tando sobre su adap­ta­ción en Mexico, cosa que retomó entu­sias­mado.

Puesto a una nueva mudanza y for­zoso cam­bio de pla­nes, un rayo de ins­pi­ra­ción, 'como si se hubiera aso­mado al Aleph' -así lo dijo él- le hizo ima­gi­nar un nego­cio de comida rápida en el que mez­cla­ría un con­cepto argen­tino, las empa­na­das, con algo muy tra­di­cio­nal de México: la carne al pibil. De ahí nació 'Pibe Pibil' su nego­cio de empa­na­das 'argen­tino-mexi­ca­nas' que han sido un tre­mendo éxito en la ciu­dad desde hace tres años, que es el tiempo que tengo de cono­cer al buen Car­li­tos. Ya no lo quise moles­tar con el dato de que acá come­mos empa­na­das de muchas mane­ras y hasta tene­mos que­sa­di­llas sin queso.

Soy fan de sus char­las y ocu­rren­cias, como que su vocho se llame 'Pelusa' o su gato Bor­ges, pero tam­bién soy un buen cliente y lo reco­miendo.

Car­li­tos tiene su ori­gi­na­li­dad, pues más allá de los tópi­cos abu­rri­dos de fut­bol, mues­tra un gran cono­ci­miento de los per­so­na­jes y temas de su país. Lo mismo habla con pasión de Car­los Gar­del y el tango -que incluye anéc­do­tas con Paco Medina y palo­ma­zos con él en algún bar de Bue­nos Aires-, que recita ver­sos de Atahualpa Yupan­qui o Alma­fuerte y can­cio­nes de María Elena Walsh o Mer­ce­des Sosa.

Me mues­tra fotos con Facundo Cabral, Sole­dad Pas­to­rutti, Nacha Gue­vara y Susana Rinaldi y com­pruebo con ello que mi amigo ya no se cuece al pri­mer her­vor .... aun­que sólo es un poco mayor que yo.

Te ima­gi­nás, -me dice seña­lando un cua­dro al óleo que mandó a hacer en el que varios argen­ti­nos inmor­ta­les están sen­ta­dos a la mesa al modo de la Última Cena-, que yo pudiera invi­tar a comer aquí a esos gran­des artis­tas de mi país y com­par­tir con ellos el pan, el vino, los poe­mas y las can­cio­nes. ¡Sería mara­vi­lloso!, excla­maba emo­cio­nado Car­li­tos.

En una broma ya muy nor­ma­li­zada en nues­tras con­ver­sa­cio­nes, res­pecto de ese cua­dro, siem­pre le digo en tono de burla que real­mente la escena de la obra es de la Última Pena... o milonga, para estar a tono con su jeri­gonza exce­siva. Sacate a cagar, loco, me res­ponde ya más como acto reflejo.

Amén de eso, y el inne­ga­ble reco­no­ci­miento a ese óleo que mi amigo valora en el cora­zón y que, para ser sin­cero, es uno de los atrac­ti­vos de su local, en lo que real­mente siem­pre pole­mi­za­mos es en los temas del fut­bol y la insu­fri­ble pedan­te­ría de los argen­ti­nos sobre poner a Mara­dona o Messi por encima de Pelé, lo cual, por supuesto, es un tema en el que jamás cederé pues no hay nadie más grande que el rey Edson Aran­tes. El fut­bol se inventó para él y san­sea­cabó. Lo de Mara­dona lo con­cedo en alguna medida, sobre todo por la hazaña de haber ven­cido a Ingla­te­rra en el mun­dial de México 86, pero meter a Messi en esas cate­go­rías es una ver­güenza del tamaño del ego argen­tino. Digo, al menos Mara­dona tenía sus idea­les, pero esta pulga sin gra­cia, qué.

Ade­más, Mara­dona ganó con su genio y hom­bría el único mun­dial legí­timo de los tres de Argen­tina. El del '78 lo com­pró la dic­ta­dura y el del 2022 se lo regaló la FIFA a Messi.

Inva­ria­ble­mente la dis­cu­sión se atora ahí y Car­li­tos saca a relu­cir su inven­ta­rio de con­chas para endil­gár­se­las a mi her­mana, mamá y todo el follaje feme­nino de mi árbol genea­ló­gico. La mayo­ría de las veces mi amigo entiende que en ese tema nomás no me va a con­ven­cer pero siem­pre insiste y esta vez se alteró pues el vino lo puso bravo. Aban­do­na­mos el asunto pero la calen­tura de la dis­cu­sión se tras­ladó al inven­ta­rio de 'dio­ses' que según él Argen­tina aporta al mundo. '¿O me lo vas a negar, tam­bién?', me reta ya todo colo­rado por los efec­tos del vino y el orgu­llo que le ali­ge­ra­ron la len­gua.

Se aventó una leta­nía que, sólo por res­peto a su admi­ra­ble celo patrio, escu­ché pacien­te­mente. Ini­ció elo­giando las obras de Jorge Luis Bor­ges, Julio Cor­tá­zar y otros gran­des escri­to­res; siguió con depor­tis­tas, can­tan­tes, acto­res, actri­ces, polí­ti­cos... ¡Eva Perón!, el papa Fran­cisco... y la mano de Dios.

Lo inte­rrumpí para ayu­darle a orga­ni­zar sus ideas e incluir algu­nos nom­bres pues sentí que su lista tenía gro­se­ras omi­sio­nes, claro, la emo­ción y el mareo tam­poco le ayu­da­ban.

Cuando le dije que no estaba inclu­yendo a escri­to­ras extraor­di­na­rias como Samanta Sch­we­blin o Mariana Enrí­quez ni a las icó­ni­cas Storni o Pizar­nik, Car­li­tos se ofen­dió y me acusó de ser de esos tipos bue­naon­dita que quiere que­dar bien con todos.

Ya en pleno pleito le dije que tal vez tenía razón, pero que tam­bién podría ser que él no cono­ciera las obras de esas escri­to­ras o, peor aún, real­mente su acervo no era tan fuerte en temas cul­tu­ra­les, pues tam­poco incluyó en su lista a los genios Les Lut­hiers ni Astor Piaz­zola o a Quino y Fon­ta­na­rrosa, entre otros artis­tas popu­la­res que han dado su arte al mundo.

Pero lo que más le molestó a Car­li­tos fue que le dijera que yo con­si­dero a Argen­tina una nación que se per­dió tanto en su ego y des­pro­pó­si­tos que debió ser exor­ci­zada. Por eso el papa Fran­cisco llegó a cum­plir la parte sim­bó­lica de la expul­sión del espí­ritu Videla y su dic­ta­dura demo­niaca. Ya tuvie­ron al bueno y al malo pero insis­ten en hallar nue­vas pie­dras para tro­pe­zar. ¿O no?

Car­li­tos explotó: ¡Qué mierda, decís, boludo!... Eres un sorete que no sabe nada de una patria grande ni mucho menos de tras­cen­den­cia... ¡Pin­che azteca maria­chito!

Me reí de su ofensa y con­tra­ta­qué: Facundo Cabral dijo que el argen­tino es esa per­sona que siem­pre tiene un pro­blema para cada solu­ción ¿cómo ves?... uste­des son así: siem­pre votan en con­tra y así les va.

La cara de Car­li­tos me hizo temer que el asunto se saliera de con­trol por lo que bus­qué la manera de ter­mi­nar el match del mejor modo para los dos en mi último punto: mira, yo admiro a todos los que tú men­cio­nas pues es indis­cu­ti­ble su legado y tra­yec­to­ria, pero esta­rás de acuerdo con­migo que por cada Cor­tá­zar, Bor­ges o Sábato, por cada Atahualpa, Gar­del, milonga o tango, por cada Messi, Mara­dona o Gatti, por cada Gabi Saba­tini, Ricardo Darín, Mer­ce­des Sosa, Eva Perón, y tan­tí­si­mos per­so­na­jes más, hay un signo de inte­rro­ga­ción gigante enmar­cando la pre­gunta: ¿Por qué Argen­tina tiene de pre­si­dente a un tonto cipayo como Milei? ¿O no estás de acuerdo, Car­li­tos, en que es una ofensa a la inte­li­gen­cia de tus pai­sa­nos y una falta de res­peto a tan­tos gran­des hom­bres y muje­res inmor­ta­les lo que hace este payaso?

Car­li­tos se levantó indig­nado, pero he de reco­no­cer ese último hálito de aplomo para con­te­ner lo que en mexi­cano habría sido un con­cierto de men­ta­das de madre, y me dijo. En eso lle­vás un poco de razón, loco... pero tú como mexi­cano calla­dito te ves más bonito. ¿O qué, me vas a decir que sus polí­ti­cos no son una mierda tam­bién?'.

Le iba a con­tes­tar pero al verlo tan molesto opté por bajar la mirada y exten­derle la mano en son de paz y tam­bién como des­pe­dida, pero Car­li­tos rechazó el gesto y me pidió que me fuera directo a la chin­gada. Para ser argen­tino supo jugar muy bien su último punto, el matón, el que cie­rra la dis­cu­sión.

Y ya mon­tado en el arre­bato des­pre­cia­tivo soltó su última esto­cada: Mirá, sorete, para que veas que no eres tan can­chero, te informo que no me llamo Car­li­tos sino Aarón y tam­bién soy mexi­cano, pero a dife­ren­cia tuya yo siem­pre he que­rido tras­cen­der por eso muy joven me fui a vivir a Argen­tina para apren­der de los mejo­res. Ahora sí, lár­gate, pin­che chairo puñe­tas.

Me salí ape­nado por mi amigo y me repro­ché haber per­mi­tido que el asunto se saliera de con­trol, pero en el fondo, y tras cami­nar un par de calles, me iba riendo solo por el pate­tismo, a lo Pim­pi­nela, de la escena de des­pe­dida. Casi podía escu­char en mi cabeza: vete, olvida mi nom­bre, mi cara, mi casa, y pega la vuelta .... hubiera sido mejor un tango pero Car­li­tos es más como Paquita la del Barrio que Gar­del.

-Espero ir a verlo pronto y darle un abrazo fra­terno al boludo.

-Mi país es un país con voca­ción de extran­jero y a veces lo foras­tero lo lleva de la nariz. Sin embargo, mi país piensa que es buena la pista, hay que seguir al flau­tista hacia su mundo feliz. ¡Qué ino­cente es mi país! ¡Qué ino­cente es mi país!".

-Alberto Cor­tez Mi País (frag­mento)

-La tapa de la caja de los vien­tos de golpe y sin aviso se ha cerrado y es tal la con­mo­ción que se ha que­dado sin alma la ciu­dad y sin acento.

-Pam­pe­ros, tra­mon­ta­nas y siro­cos, en ella están reclu­sos y suje­tos y han sido acuar­te­la­dos, sin asueto, los duen­des, los poe­tas y los locos.

-Déjala un poco más... Nonino, déjala reso­nar... Nonino. No apu­res el reloj que va a ser para vos toda la eter­ni­dad... Nonino".

-Alberto Cor­tez la caja de los vien­tos (frag­mento)

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