1.Creo que el foro internacional “Museos sin fronteras en el Área Circunpacífica”, llevado a cabo la semana pasada en el Museo Barroco en Puebla, por iniciativa de la UNESCO, a través de su representante Nuria Sanz, contribuyó en gran medida a visibilizar la transformación que se está dando en las agendas de estos centros culturales alrededor del mundo. Sabemos que entre el museo del pasado, centrado en el objeto resguardado y la VITALIDAD del recinto actual existe una enorme diferencia, pero oír a 25 especialistas coincidir en que los museos son hoy PARA LA GENTE y para el fortalecimiento de la CULTURA DE LA PAZ, representa un cambio de paradigma que nace no sólo de una renovada concepción del ciudadano como agente de cambio, sino de un entendimiento más amplio del consumo cultural.
Estamos de acuerdo en que tanto los gobiernos estatales como el federal entrante son el resultado de una democracia participativa, nadie puede negar que somos una sociedad cada día más consciente del poder colectivo, pero entender los museos como ESPACIOS PODEROSOS es una novedad. Dijo Antonio Saborit, director del Museo de Nacional de Antropología, durante la inauguración, citando al eminente Daniel Rubín de la Borbolla, que los museos son los sitios más democráticos del mundo, porque en ellos no se pide grado escolar, ni tarjeta de identidad para entrar.
2.Para nadie es novedad que Puebla es una de las entidades que más le apuestan a la cultura como factor de integración y desarrollo social. Me cuenta Iván de Sandozequi, responsable de los museos estatales, que el presupuesto anual para los 20 que tiene a su cargo es de $350 MDP y que como encargados de echar a andar las políticas culturales de la entidad, él y sus pares saben que más allá de los convenios de colaboración y préstamos de colecciones surgidos de encuentros como este, está el hecho de que el turismo cultural provee una derrama económica cada vez más nutritiva. En 2017, el PIB de las actividades vinculadas con el sector cultura ascendió a 661 mil 505 MDP, lo que represento 3.2 del PIB nacional (INEGI). Lo que los morelenses necesitamos es que esta visión del potencial de la cultura como agente de transformación se viralice, que las decisiones emanadas de cada funcionario tomen en cuenta el impacto de las industrias y empresas culturales.    
3.Cambiando un poco de tema, pero sin dejar de pensar en los museos como espacios de transformación, felicito a la antropóloga Marcela Tostado, directora del Museo del ex-Convento de Tepoztlán, pues al inaugurar este sábado “La gente y su fuerza. El sismo en Morelos” (muestra documental que abre con la conmovedora imagen de un niño haciendo adobes) complementa idealmente la que abrieron hace un par de semanas, centrada en la memoria sensible de los tepoztecos. Ella como sus colegas del INAH entienden la capacidad conscientizadora del PATRIMONIO DOLIENTE .
Montada en la sala de la entrada, la exhibición que recuerda el silencio de los campanarios, nos lleva a la valoración de un tema que está presente en la vida cotidiana y sin embargo omitimos, porque damos por sentado que las cosas van a suceder siempre igual, sin percatarnos de que la vida puede romperse en un instante. Durante el recorrido resultó sobrecogedor saber que hubo quien propuso mitigar el silencio surgido del sismo reproduciendo grabaciones de las campanas, que doblan cuando hay tristeza y repican cuando hay fiesta.
4.La emoción involucrada en el asunto de la sustracción del “Manifiesto de Zapata al Pueblo de México”, del Archivo Histórico del Estado resguardado en el Instituto Estatal de Documentación, empañó la semana pasada la importancia del acervo. Divididos entre “zavalistas” y “lavinistas”, quienes opinaron sobre si Jesús Zavaleta Castro actuó de buena o mala fe, se olvidaron de lo importante: urge revisar el estado de conservación del patrimonio.
A ver qué sigue. Una vez digerido el amargo trago que que nos concientiza sobre la vulnerabilidad de la memoria deberemos exigirle al nuevo responsable, que para empezar distinga entre documentos históricos y archivo muerto. Y no estaría mal que nuestro amigo Jesús Zavaleta saliera con la frente en alto dando una conferencia en la que hablara de los otros documentos considerados como dignos de resguardo por parte de la autoridad, pero aptos para consulta de los cronistas e historiadores, sus colegas. Hay leyes de archivos que enmarcan esta idea. FIN.

Por: María Helena González / helenanoval@yahoo.com.mx

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