Aunque los agricultores, los fabricantes de automóviles y los consumidores estadunidenses pierdan dinero y puedan aguantar más tiempo los embates de una implementación de aranceles de parte del ignorante de Trump contra México, nuestro País va a salir adelante, como lo ha hecho en múltiples ocasiones en que hemos sido amenazados; atacados bélicamente, robado más de la mitad de nuestro territorio, al igual que el País haya sido forzado económicamente y castigados al regresar a nuestros trabajadores del campo, que ellos mismos pidieron para ayudar a los agricultores gringos. Los mexicanos no nos dejaremos vencer, porque sería entregar todo el territorio, los principios y nuestra propia identidad.
Ni los del partido demócrata, el republicano, ni muchos empresarios estadunidenses están de acuerdo con la forma en la que él debería comportarse como presidente de los Estados Unidos, pero éste actúa como un gañan, tanto en las relaciones con los países amigos, con los de todo el mundo y frente a sus propios paisanos.
Para ganar las próximas elecciones a la presidencia de EE UU en el 2020, tiene que mostrarle al pueblo estadunidense, que no importándole las porquerías que haga con los países del resto del planeta, ni el prestigio que en algún momento tuvo ese país como el más democrático y representante del “mundo libre”, todo lo ha echado por la borda dividiendo a sus ciudadanos y consiguiendo desprestigiar el nombre de EE UU como el país más belicoso, mentiroso e ilegal de la tierra.
Pero eso no es todo, Trump está usando lo de la imposición de los aranceles como arma para hacer de México lo que quiera, pues si permitimos que nos amague con los aranceles, tendremos que aceptar ser un “tercer país seguro”, entregar nuestra soberanía al cambiar las leyes de la misma Constitución, esperando que a Trump se le ocurra cualquier otra locura que le dé más votos en la elección del 2020, como lo sería, enviar soldados a invadir los 20 kilómetros que López Obrador ha liberado en la frontera o quitarnos Baja California a cambio de no cerrar el paso de mercancías hacia los Estados Unidos, porque ya no tendríamos el poder soberano de impedirlo.
Del presidente gringo, todo es de esperarse, ya que él mismo dijo que era como vender un edificio, que antes de que el resorte se reviente, el comprador aceptará todas sus condiciones.
Un conocedor de la política y del juego de naipes, una vez comentó que para Trump, las relaciones internacionales son como un juego de póker, en el que gana quien es el mejor mentiroso y logra que sus competidores se distraigan y no sepan cómo reaccionar. Es un perfecto blofista. Nunca se sabe si está mintiendo o de verdad tiene buen juego; y como es dueño de la mayor cantidad de fichas, apuesta todo y nadie paga porque si pierde se queda sin fichas y no puede seguir jugando.
Hay un momento en que se topa con un jugador aventado que no cree en sus mentiras y también paga  por ver y manda todo. Esta es China, ya que el dinero que Trump está apostando es de sus ciudadanos, mientras que el gobierno de China controla la economía de su País. De esa forma, Trump ya está perdiendo la partida.
Entonces éste tiene que buscar otros contendientes y reta a Corea del Norte, quien ya le ganó hace algunos años y le dio una paliza. Por eso Trump se retira de la mesa. Para ganar con facilidad, escoge a un aparentemente debilucho México, porque desconoce la historia y se sienta a jugar muy seguro. Entonces aquí además de blofear, impone sus propias reglas y se brinca todos los lineamientos del juego (lease: las leyes internacionales).
Así que para ganar la partida, a Mexico le sube los aranceles a sus exportaciones, le cierra la frontera norte, le mete a más de un millón de emigrantes de Centro América, de Suramérica, de África, de Medio Oriente y hasta de la India. Por pura coincidencia, con el juego de Trump los hondureños, los salvadoreños y los guatemaltecos le comienzan a revirar, pagando sin juego, con miles y miles de jóvenes emigrantes para desestabilizar a México de la jugada.
Nuestro gobierno no se puede parar de la mesa de póker porque todo lo que necesitamos se lo compramos y lo que producimos se lo vendemos a Trump, él es dueño de las fichas, de la baraja y del tapete verde. Si nos paramos de la mesa, nos quedamos sin Tratado de Libre Comercio, sin clientes a quien venderles, sin refacciones a quien comprarles. Los políticos que antes jugaban co EE UU perdieron todo y nunca se interesaron en jugar en otras mesas, con otros países diversificando sus compras y sus ventas, fortaleciendo, su relación económica, ya que en 45 días no hay tiempo para pagar la apuesta y revirarle, pues lleva cartas marcadas que Trumposamente saca de la manga el evasor y mentiroso gringo.
Ahora Trump nos amenaza con cobrar aranceles en caso de que el Senado no apruebe el pacto de ser “Tercer País Seguro” que quiere decir que tal país que recibe inmigrantes, ya no puede regresarlos y tiene la obligación de atenderlos como si fueran nacionales. Eso mismo ya funciona en Turquía, con una gran diferencia, que Estambul recibe bastantes euros para ayudar a los inmigrantes a sobrevivir, dotando casas, comedores, escuelas y fuentes de trabajo.
El Presidente de la Cámara de Diputados, licenciado Porfirio Muñoz Ledo, aseguró que ni los diputados, ni los senadores van a aceptar que le imponga condiciones ningún país, ni va a aceptar ser un “tercer país seguro”. Aunque países extranjeros les den los ultimatums que quieran o le apliquen los aranceles que les dé la gana, dando a entender que no se permitirá de ninguna manera a cualquier extraño a intervenir con una sola coma a nuestra Constitución o rendir pleitesía a quien quiera afectar nuestra soberanía.
Si cumple sus amenazas, México no va a fallecer, ni las fábricas se van a ir a Estados Unidos, las inversiones no van a desaparecer o los industriales o consumidores estadunidenses van a aceptar pagar ese 5 por ciento más caro. A cambio de eso evitaríamos la reelección de Trump. Una vez recuperada la soberanía de la Patria y de nuestros principios, sólo tenemos que hacer publicidad dentro de los Estados Unidos a base de ruedas de prensa, para que el pueblo estadunidense se entere la clase de tipo que es Trump.
El problema de los emigrantes tendría la solución que el presidente Andrés Manuel López Obrador planteó desde un principio: llegar a un acuerdo con Centroamérica, darles trabajo a los que se pueda y abrir nuevos tratados con China, Europa, Medio Oriente, Canadá y Suramérica.
Una vez planteado ese proyecto, dudamos que Trump pueda sostenerse en su locura de querer solucionar sus problemas internos a base de amenazas económicas o militares. Estamos seguros que echará reversa y va a buscar la amistad de México, respetará la Cuarta Transformación y en especial al presidente Andrés Manuel López Obrador.

Va de cuento
Rafael Benabib
rafaelbenabib@hotmail.com

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