“Cada día nos encontramos en los lugares menos esperados, que la calle donde pasábamos normalmente en el taxi para cortar camino, de repente está enrejada por un lado y otro”. Comentó el del camión de limpia

Los baches en Cuernavaca están a la orden del día. Son tantos hoyos dentro de la ciudad que algunos taxistas hasta bromean poniéndoles nombre o número a cada uno de ellos. Recuerdo cuando el periódico Diario de Morelos usaba un muñeco que se llamaba don Bache, lo sentaba adentro de cada bache diariamente, le tomaba fotos y se volvía un espectáculo de broma en el que el municipio tomaba más en serio y a los dos o tres días ya había sido tapado aunque fuera con chapopote y grava para que la gente no siguiera criticándolos.

Y ahora sucede que Cuernavaca no sólo tiene agujeros, sino muchas de sus calles por toda la ciudad, cualquier grupo de vecinos se cooperan para cerrar la suya y defenderse de tanto ladrón de autos y casas que cada vez aparecen de visita por cualquier calle. La gente cree que colocando esas rejas van a espantar y alejar a los delincuentes, pero sucede lo contrario porque si son automáticas las abren con mucha facilidad y si están altas o electrificadas las brincan o les juntan los polos y hacen un corto circuito.

No falta quien tiene su alarma y cuando la prende por accidente o porque están robando al vecino, va al teléfono marca el 911 y se va a esconder debajo de sus sábanas ya que si salen a la puerta tienen el entendible temor de ser las próximas víctimas, por tanto la alarma solo despierta a toda la colonia sin que los vecinos se den por enterados.

En algunas colonias de clase media, usan su celular y por medio del Wathsapp alertan al resto de la colonos, quienes ya llamaron al 911 recibiendo la promesa de enviar a una patrulla, la que llega después que se acaba todo, porque los rateros son tan profesionales que mientras se está llamando a la patrulla, ellos ya ataron a los habitantes de la casa, desvalijaron lo que había y desaparecieron en la noche. 

A los tres o cuatro días, algunos de los vecinos se reúnen para encontrar alguna solución, ya que el haber cerrado la calle con rejas les cerraron la circulación a los cuidadores reales que son los autos que por ahí circulan y se van a otras calles que sí tienen sus rejas y su propia oscuridad.

En la reunión se decide tener una patrulla de planta con dos policías, pero se enteran que cuesta mucho pagarles a los vigilantes privados y la Secretaría de Vialidad no les va a poner una patrulla fija a 300 mil habitantes de la ciudad. Otro propone un velador nocturno a vigilar durante la noche, al que hay que pagarle el mínimo que son 6 mil pesos mensuales, los que fácilmente se juntan entre los vecinos durante la primera reunión, pero el mes siguiente nadie aparece y la casa donde se reúnen ya la empezaron a pintar y no hay donde hacer las juntas.

O sea que el wathsapp nada más sirve para que las señoras de la casa se entretengan con los chismes de la colonia, el intercambio de recetas y hacer amistades telefónicamente, pues aunque se vean en la calle, rara vez se conocen en persona.

Durante estas últimas tres administraciones, se han dado docenas de permisos para cerrar las calles a la circulación. No vaya a creer el lector que estuvieron en contubernio autoridades y colonos, sino que las han cerrado sin su consentimiento y cuando el municipio se entera, pues no hay más que pactar.

En cuanto a los baches, la cosa es más fácil. Los baches se amplían solos sin la ayuda de los automovilistas. En época de secas se les pone el chapopote y el primer camión o auto que pasa por ahí lo vuelve a destapar y como se tuvo que profundizar para que el chapopote “agarrara”, el agujero ya se ensanchó.

Luego llegan las lluvias y ese material tan corriente es arrastrado con la primera llovizna. No hay en toda Cuernavaca una sola calle donde no exista un bache. En pleno centro histórico a cada tres o cuatro metros se topa con uno de ellos. En la calle Guerrero ya están levantados muchos de los adoquines y esos molestos postes de lámina ya medio rotos que nuestro brillante e intelectual exgobernador Graco Ramírez Abreu mandó colocar a un precio enorme (es hay que pagar la residencia en Miami la vida está muy cara).

Estos adoquines están levantándose  y quedan las trampas para los peatones y los autos ya que la gente prefiere caminar por el arroyo antes que subir y bajar las escaleras de los portales como otra de las trampas arquitectónicas de las que orgullosamente ofrece nuestra ciudad al turismo nacional, porque para el turista extranjero no lo necesitamos, ya que tiene medio siglo de no visitar nuestra ciudad ni nuestro País y seguimos existiendo.

Igual en las calles: Gutenberg, Galeana, Morelos, bulevar Benito Juárez, Carlos Quaglia, donde hay una serie de hoyos hasta llegar al semáforo por donde se baja al centro comercial Licenciado Adolfo López Mateos en que siempre está estacionada una camioneta que no permite evadir ese bache, mismo que va creciendo diariamente. Ni los ambulantes quieren estar.

En trienios anteriores se acostumbraba que el presidente municipal en turno encarpetara casi toda la ciudad para que el ciudadano viera que sí estaba trabajando y posiblemente votaran por él para un puesto superior. Esto en un par de casos esto les funcionó.

¿Por qué no ponerlo en práctica ahora que vienen las elecciones de junio 6 de este 2021. Quizás hasta pueden repetir en el puesto actual y si no, por lo menos se hablará bien de la actual administración? ¿No creen? Qué tal si le pide al presidente Andrés Manuel López Obrador le mande unos bultos de cemento y con arena y grava pavimenta toda la ciudad?

En fin que las calles no pueden o no deben ser cerradas a la libre circulación de personas y de vehículos por dos razones entre muchas más: la constitución especifíca que no se puede evitar el libre paso a la ciudadanía en ningún caso. Además existe el término de “Servidumbre de Paso” que quiere decir que cuando hay un espacio donde la gente camina, no se puede obstruir a menos que sea de fuerza mayor. Que le ayude al pueblo a sentirse bien tratado por las autoridades al lograr que los baches desaparezcan.

Los portales estén sin vendedores que se quedan en la Plaza de Armas, las calles Guerrero, Morelos y Clavijero, con sus canastas, tapabocas, lentes de sol, bisutería china, ropa hindú bordada y así los pobres ambulantes venden todo sin pagar renta o impuestos. Mientras los riquillos en sus caras y elegantes tiendas se quejan de no vender nada. 

Que injusto es este mundo para las rejas, los baches y los ambulantes.

Por: Rafael Benabib  /  rafaelbenabib@hotmail.com

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