El 15 de agosto de 2025, la Base Conjunta Elmendorf-Richardson en Anchorage, Alaska, fue escenario de una cumbre entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente ruso, Vladimir Putin. Este encuentro, el primero de alto nivel entre ambos mandatarios en suelo estadounidense desde 1988, estuvo centrado en la guerra en Ucrania. Sin embargo, la ausencia del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, y la falta de avances concretos generaron controversia y preocupación en la comunidad internacional.
Durante la reunión, Trump sugirió la posibilidad de intercambios territoriales como parte de un acuerdo de paz, una propuesta rechazada de inmediato por Zelenski, quien insistió en que Ucrania no cederá territorio alguno. Además, Trump planteó que Ucrania no podrá unirse a la OTAN, una condición que también fue rechazada por Kiev.
La comunidad europea, representada por líderes como Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y Mark Rutte, secretario general de la OTAN, expresó su preocupación por la exclusión de Ucrania en las negociaciones. Se temía que acuerdos bilaterales entre Estados Unidos y Rusia pudieran comprometer la seguridad y soberanía de Ucrania sin su participación directa.
A pesar de la falta de avances concretos, Trump calificó la cumbre de "muy productiva" y destacó su buena relación con Putin. Por su parte, Putin elogió los esfuerzos de Trump para reducir las tensiones, aunque no se anunciaron compromisos específicos.
En respuesta a las críticas por la falta de resultados tangibles, Trump defendió la cumbre como un paso necesario para abordar el conflicto en Ucrania y subrayó la importancia de mantener el diálogo abierto con Rusia. Sin embargo, expertos y analistas señalaron que la reunión no logró avances significativos y que la situación en Ucrania sigue siendo incierta .
En resumen, la cumbre Trump-Putin en Alaska dejó más preguntas que respuestas. La falta de participación de Ucrania en las negociaciones y la ausencia de compromisos concretos por parte de Rusia y Estados Unidos generan incertidumbre sobre el futuro del conflicto y la estabilidad en la región.