El presidente Donald Trump ha intensificado su retórica contra la inmigración indocumentada luego de un ataque ocurrido el 1 de junio en Boulder, Colorado. Durante una manifestación en apoyo a los rehenes israelíes retenidos por Hamás, Mohamed Sabry Soliman, de 45 años, lanzó cócteles molotov y utilizó un lanzallamas improvisado contra los asistentes, hiriendo a al menos ocho personas. Soliman, quien residía ilegalmente en Estados Unidos tras haber excedido el tiempo permitido por su visa de turista desde 2022, fue detenido en el lugar y enfrenta cargos federales por delitos de odio y tentativa de asesinato.
Trump culpó directamente a las políticas migratorias del presidente Joe Biden por permitir la entrada y permanencia de Soliman en el país. Afirmó que, bajo su administración, el atacante habría sido deportado y no habría tenido la oportunidad de cometer el atentado. El exmandatario reiteró su compromiso con medidas más estrictas en materia de inmigración, incluyendo deportaciones masivas y restricciones al asilo.
El ataque ha sido condenado por diversas autoridades y ha reavivado el debate nacional sobre la seguridad fronteriza y la política migratoria. Mientras tanto, organizaciones de derechos civiles han expresado su preocupación por el uso de este incidente para justificar políticas migratorias más severas que podrían afectar a comunidades enteras.
El caso de Soliman, quien supuestamente planeó el ataque durante un año y expresó opiniones violentas contra el sionismo, está siendo investigado como un acto de terrorismo doméstico. Las autoridades han encontrado evidencia de que el sospechoso se inspiró en contenido en línea y que tenía más dispositivos incendiarios preparados.
Este incidente se produce en un contexto de creciente tensión política en Estados Unidos, donde las políticas migratorias continúan siendo un tema divisivo y central en el discurso público.
