Esta semana el mundo de la política gringa se cimbró con la noticia del asesinato de Charlie Kirk, un personaje conocido no precisamente por su bondad, sino por sus discursos incendiarios, cargados de odio y división. No se trata aquí de aplaudir ni de hacer leña del árbol caído, pero sí de reflexionar: las palabras importan, y mucho. Lo que decimos puede unir o puede romper, puede sanar o puede herir. Y en su caso, lo que dejó claro es que la violencia verbal, tarde o temprano, pasa factura. Mientras tanto, en México también hubo una conmemoración, el 10 de septiembre, que pasó casi de puntitas: el Día Mundial para la Prevención del Suicidio. Un tema que, al contrario de las declaraciones estridentes de tipos como Kirk, se vive en silencio, a escondidas, con vergüenza y miedo. Y sin embargo, las cifras son escalofriantes: más de ocho mil mexicanos se quitaron la vida el año pasado, siendo la segunda causa de muerte en jóvenes de 15 a 29 años, según el INEGI. Aquí está la paradoja: mientras unos levantan la voz para esparcir odio, otros callan su dolor más profundo hasta el punto de no soportarlo más. En medio de esa diferencia, la sociedad entera queda atrapada. Porque sí, cuando alguien se suicida, no es solo la persona quien se va; también queda rota una familia, una comunidad. A diferencia de la muerte natural, aquí lo que queda es un montón de preguntas sin respuesta, un ‘¿qué pude haber hecho?’ que persigue a los seres queridos como sombra. Lo más duro de hablar de suicidio es que casi siempre lo esquivamos o no tomamos en serio. Nos da miedo, nos incomoda, nos parece tema tabú. Como si al mencionarlo lo invocáramos. Pero no, al contrario: callarlo es dejar crecer al monstruo. La prevención empieza en el diálogo, en la escucha, en el simple hecho de preguntar ‘¿todo bien?’ y realmente querer escuchar la respuesta. Y ahí es donde la comparación con los discursos de odio cobra sentido. Si la palabra tiene el poder de sembrar rencor, también tiene la fuerza de salvar vidas. No necesitamos andar de motivadores de clases de spinning o pilates, pero sí recordar que tal vez un ‘ánimo, no estás solo’ puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte. La verdadera revolución de conciencias está en casa: en hablar de lo incómodo, en abrir la puerta a la salud mental, en romper el silencio que mata. Porque si de algo estamos urgidos en México y en el mundo, no es de más gritos de odio, sino de voces que acompañen, que abracen y que construyan futuro. Al final, lo que decimos —y lo que callamos— también deja huella. Y esa huella, compa, puede ser vida o puede ser muerte. No está de más decir que esto es a título personal. 6x6: A una semana del aniversario 92 del CMLL, parece que ya no habrá más sorpresas en la cartelera. No hay duda de que será un evento con luchas de calidad, pero la empresa más antigua del mundo parece haber quemado muchos de sus cartuchos en las excelentes funciones que presentó durante los últimos meses. Lo más preocupante es que aún no está claro si Hechicero tendrá participación, lo que sería una verdadera lástima, pues el Alquimista del Ring atraviesa el mejor momento de su carrera. Esta semana incluso firmó un contrato con AEW (sin dejar de estar vinculado a la empresa mexicana). Habrá que ver si la ‘Seria y Estable’ le da el lugar que merece a uno de los mejores luchadores mexicanos de la actualidad. ¡Saludos! Las opiniones vertidas en este espacio son exclusiva responsabilidad del autor y no representan, necesaria- mente, la política editorial de Grupo Diario de Morelos.
