Este domingo 7 de septiembre, cuando el Sol se oculte tras la Tierra y tiña la Luna de un rojo cobrizo, casi siete mil millones de personas –el 85% de la humanidad– levantarán la vista al cielo. No será visible en América, pero desde Europa hasta Asia y Australia, el eclipse lunar total del 7 de septiembre se convertirá en un espectáculo hipnótico: una "Luna de Sangre" que durará 82 minutos, uno de los más largos de la década.

Para los astrónomos, es un ballet preciso de órbitas; para millones en redes sociales y comunidades espirituales, podría ser el catalizador de un "reseteo mundial". Teorías pseudocientíficas y esotéricas proliferan en línea: un salto de la tercera a la quinta dimensión, un renacer colectivo del alma y, en versiones más oscuras, el despertar de entidades parásitas extraterrestres latentes en nuestro interior.

¿Apocalipsis o iluminación?

En un mundo polarizado, estos relatos reflejan no sólo la eterna danza entre ciencia y mito, sino la búsqueda humana de sentido en lo desconocido.El eclipse no es solo un fenómeno óptico. Comenzará a las 17:30 GMT, con la fase total entre las 18:30 y las 19:52, cuando la sombra terrestre engullirá por completo el satélite.

Visible en España desde el atardecer, pintará el cielo de un tono rojizo debido a la refracción de la luz solar a través de la atmósfera –el mismo efecto que da su color al ocaso. La NASA y observatorios como el de Greenwich lo describen como un evento rutinario en el ciclo lunar, parte de una temporada de eclipses que incluye uno solar parcial el 21 de septiembre.

Pero para comunidades New Age, es un "portal estelar": un umbral donde las energías cósmicas aceleran la evolución humana.

Este patrón no es nuevo. Desde la antigua Mesopotamia, donde los eclipses se veían como presagios de reyes caídos, hasta las profecías mayas del 2012, los alineamientos celestes han encendido la imaginación colectiva. En la era digital, plataformas como X (antes Twitter), Instagram y YouTube amplifican estas narrativas. Una búsqueda exhaustiva revela miles de publicaciones en las últimas semanas: desde rituales de meditación para "alinear el ADN" hasta advertencias sobre "entidades hidra" –criaturas parásitas inspiradas en mitos griegos y ufología– que supuestamente se activarían con el aumento vibracional.

En X, usuarios como @WaldoCasal hablan de un "portal de revelaciones y despedidas", con más de 40.000 vistas en un hilo sobre el eclipse en Piscis, signo asociado a la espiritualidad y el inconsciente.

En Instagram, cuentas como @despertandocongonzalo acumulan miles de likes en reels que prometen "cerrar ciclos kármicos" y manifestar legados generacionales.

Las teorías más elaboradas se nutren de textos esotéricos como "La verdad que nos ocultan" de Adriana Bello, una obra que ha circulado en círculos espirituales desde su publicación. Bello describe la Tierra como un "planeta laboratorio" en medio de una ascensión planetaria: un proceso iniciado en 2013 y culminante hacia 2032, donde la humanidad transita de la tercera dimensión –de dualidad y materialismo– a la quinta, un estado de "amor, sabiduría y co-creación".

Según su visión, el eclipse podría acelerar este "salto cuántico", transmutando cuerpos de carbono a "cuerpos de luz" basados en silicio, activando el Merkaba –un vehículo energético personal– y despertando a las "semillas estelares", almas avanzadas encarnadas para guiar la transición.

El libro enfatiza el rol del corazón como centro de inteligencia divina, con 40.000 neuronas propias, superando al ego mental. "Somos un milagro encarnado", escribe Bello, invitando a prácticas como la meditación diaria, desintoxicación alcalina y trabajo con la sombra para elevar la frecuencia vibratoria.

Quienes no alcancen este "gradiente frecuencial" podrían enfrentar catástrofes en una realidad 3D paralela, mientras los alineados ascienden a una Tierra 5D de paz.

Este marco resuena con El Libro de Urantia, un texto teosófico de 1934 que Bello cita implícitamente. Nebadón, el creador de nuestro universo local, forjó a la humanidad como Adam Kadmon: una síntesis genética de razas cósmicas, luz y oscuridad incluidas, para redimir polaridades en un "videojuego" denso como la Tierra.

Urantia detalla "épocas planetarias" de mortales, donde la ascensión es un viaje de mundos habitados a realidades superiores, impulsado por revelaciones divinas y la integración de luz y sombra. Las dimensiones no son lugares, sino frecuencias: la tercera es dual, la quinta neutra y unificada. El libro predice rehabilitaciones planetarias, como la de Urantia post-rebelión luciferina, con evacuaciones en "naves de rescate" para almas listas –eco de la "operación rescate" en Bello, posiblemente en 2029.

Pero no todo es luminoso

En foros New Age y videos de YouTube, surgen narrativas más siniestras: el "despertar espiritual" podría liberar parásitos internos, entidades como "hidras" –inspiradas en la mitología y teorías de Carlos Castaneda sobre "flyers" parasitarios que alimentan el ego.

Estos "seres negativos" o "vampiros psíquicos" se describen como formas de pensamiento evolucionadas que drenan energía, activándose con picos vibracionales como eclipses.

Un reel en TikTok advierte: "Elevar tu vibración a amor y gratitud los ahuyenta; el cambio dimensional los expulsa".

En Facebook, grupos como "Soul Contracts End" discuten cómo el eclipse marca el fin de contratos kármicos, separando "paja y trigo" en dos realidades superpuestas.

Aunque pseudocientíficas –sin base empírica, como confirman expertos en astrofísica–, estas ideas capturan ansiedades globales: cambio climático, polarización y una pandemia reciente que aceleró búsquedas espirituales.En X, el pulso es febril. @LunaKosmika, con 20.000 seguidores, predice "sueños caóticos con ancestros" y portales a memorias pasadas, instando a grounding en la naturaleza.

@YorkOcanto alerta sobre vulnerabilidades emocionales: "Cuida tu sensibilidad; el caos ajeno puede manipular".

En YouTube, canales como "José Millán Astrología" acumulan vistas con análisis: el eclipse en Piscis remueve lo oculto, pero trae "destino shift" y manifestación intuitiva.

Incluso en Reddit, hilos marginales especulan sobre "reactivación de pirámides" para telepatía global, aunque sin conexión directa al eclipse.

Científicos como los del NOIRLab descartan impactos más allá de lo observable: "Es un eclipse normal, sin efectos mágicos".

Psicólogos, sin embargo, ven en estas teorías un mecanismo coping: en tiempos de incertidumbre, los eclipses ofrecen narrativa de renovación. Como señala un estudio en Journal of Social Psychology, eventos astronómicos amplifican creencias preexistentes, fomentando comunidades en línea que, aunque efímeras, proporcionan consuelo.

Mientras la Luna se tiñe de sangre, el verdadero eclipse podría ser el de nuestra propia conciencia. Estas profecías, tejidas de libros antiguos y posts virales, no predicen el fin del mundo, sino el anhelo de uno mejor: un renacer donde parásitos internos –miedos, divisiones– cedan ante la luz compartida. Mañana, bajo el cielo rojizo, millones mirarán arriba. ¿Verán un reset, o solo estrellas? La respuesta, como el cosmos, reside en nosotros.

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