Durante décadas, los médicos y científicos han insistido en una regla aparentemente inquebrantable: los seres humanos necesitan dormir alrededor de ocho horas cada noche para mantener una buena salud. Y no es para menos. Diversos estudios han demostrado que dormir menos de lo recomendado puede aumentar el riesgo de sufrir depresión, problemas de peso, enfermedades cardiovasculares e incluso accidentes cerebrovasculares.

Sin embargo, nuevos descubrimientos científicos están desafiando esta idea tradicional. Un pequeño grupo de personas alrededor del mundo parece estar genéticamente programado para funcionar perfectamente con solo cuatro a seis horas de sueño por noche. No se trata de personas forzándose a dormir menos, sino de individuos que, por naturaleza, no necesitan dormir tanto como el resto.

El caso que cambió todo

En 2009, una mujer acudió al laboratorio de Ying-Hui Fu, investigadora de la Universidad de California en San Francisco, con una inquietud inusual: decía estar cansada de que siempre dormía menos que todos los demás.

Al principio, su caso no llamó mucho la atención, hasta que reveló que todos los miembros de su familia tenían el mismo patrón de sueño: se acostaban alrededor de la medianoche y despertaban, llenos de energía, a las cuatro de la mañana.

Intrigados, Fu y su equipo comenzaron a estudiar a la familia y descubrieron que compartían una mutación en un gen llamado DEC2. Esta alteración genética permitía a sus cuerpos mantenerse sanos y alertas con mucho menos sueño de lo que comúnmente se considera necesario. A estas personas se les conoce ahora como "dormidores cortos naturales".

Un rompecabezas genético

Lejos de ser un caso aislado, la familia analizada por Fu abrió la puerta a un campo de estudio completamente nuevo. Mediante el análisis del exoma completo (la parte del ADN que contiene las instrucciones para fabricar proteínas), los investigadores hallaron otras mutaciones genéticas relacionadas con el sueño corto.

En estudios más recientes, el equipo descubrió una nueva mutación en el gen SIK3, que también afecta la duración del sueño. En este caso, la alteración, denominada N783Y, cambia la estructura de una proteína implicada en el proceso de sueño, afectando su capacidad para funcionar correctamente. La mutación fue estudiada en modelos animales de laboratorio, como ratones, y los resultados respaldaron su relación con un ciclo de sueño más breve.

¿Significa esto que todos podríamos dormir menos?

Por ahora, estos descubrimientos no significan que cualquiera pueda reducir sus horas de sueño sin consecuencias. Los “dormidores cortos naturales” representan un grupo muy pequeño de la población, y sus características están determinadas por mutaciones genéticas muy específicas. Para la mayoría de las personas, dormir menos de lo recomendado sí conlleva riesgos graves para la salud.

No obstante, estos hallazgos han encendido un gran interés en la comunidad científica y abren nuevas preguntas sobre el funcionamiento del sueño. ¿Es posible que existan más variantes genéticas aún no descubiertas? ¿Podremos algún día modificar nuestra biología para necesitar menos horas de sueño?

Mientras tanto, los expertos siguen recomendando un descanso adecuado. Hasta que la ciencia diga lo contrario, las ocho horas siguen siendo la mejor receta para una vida saludable.

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