Hombre trabajador desde los nueve años de edad, magnífico estudiante de familia de bajos recursos, ha logrado formar a sus hijos y cuidar a su familia con sus propios méritos y una completa entrega a su trabajo.
Nació el cuatro de octubre de 1963 en la colonia Jiquilpan de Cuernavaca. Su papá, Alfonso Tejas Hernández era vendedor de artesanías y su mamá, doña Inés Romero Guzmán le ayudaba al papá en el trabajo del proceso, fabricación y venta de artesanías además de ser una entregada ama de casa. Sus papas tuvieron cinco hijos y cada uno ha hecho su propia vida y todos están felices.
Don Pancho, como ahora le llaman, hizo su primaria en la escuela Josefa Ortiz de Domínguez, la secundaria en la escuela Isidro Fabela, la preparatoria en el instituto México Anáhuac en la avenida Morelos norte y la universidad en la UAEM.

Al tiempo que estudiaba, les ayudaba a sus padres en el pequeño taller de su casa, en la calle ofreciendo su mercancía o entregando lo que producían en los negocios donde la clientela era en su mayoría extranjera.
Nos cuenta que la temporada de ventas era durante el invierno, las vacaciones escolares, las festividades especiales como la Semana Santa, los días Patrios en septiembre y noviembre, en navidad y año nuevo, pero ellos trabajaban todo el año, porque tenían que surtir de artesanías a los lugares turísticos de la capital y a los del centro del País.

Dice que fabricaban collares y pulseras con cuentas de piedras semipreciosas que les venían a vender desde Querétaro como, cuarzo, amatista, alejandrina, perla de río y muchas más,  engarzadas con hilo de pescar. Hacían títeres de madera con vistosos trajes de colores colgando hilos atados a palitos para poder ser manejados con las manos.
También vendía rebozos de muchos tipos, gabanes, saltillos y otras piezas mexicanas. La elaboración de los gabanes y rebozos eran muy especiales. El tejido que se usaba era de algodón y otros de lana. Los de algodón a veces eran deshilados, otros eran bordados con grecas y dibujos de varios tipos como los monumentos de Cuernavaca: las Pirámides, el Palacio de Cortés, la catedral y varios otros atractivos de la ciudad.
Los rebozos deshilados eran fabricados en algodón natural o en colores suaves para que los deshilados sobresalieran, luego fabricaban los rebozos de lana virgen con borlas en los terminados, hasta que pasó esa moda. Todos los rebozos llevaban flecos entretejidos y con material suelto para hacerse turbantes o tocados, mientras que los gabanes que eran sólo tejidos.   

Entró a trabajar en Obras Públicas del H. Ayuntamiento de Cuernavaca durante tres años en la gestión del químico Sergio Figueroa Campos, quien años después fuera Rector de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos y sobrino del gobernador del Estado de Guerrero señor Figueroa.

Después trabajó con el licenciado Jorge Rubí quien fuera gobernador interino al salir el gobernador Jorge Carrillo Olea, donde trabajó en la Secretaria de Finanzas y siguió con el nuevo gobernador de Morelos, doctor Lauro Ortega Martínez. Francisco, mientras trabajaba, estudió la carrera de biología en la Facultad de Ciencias Biológicas en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos.
Se incorporó al laboratorio de entomología con el Biólogo Julio Cesar Montalvo, también dio clases de biología en la preparatoria abierta de la misma universidad e inició su trabajo de tesis llamada “el Control Biológico de Insectos” como su proyecto, pero no la pudo concluir por falta de tiempo y el tener que ayudar en el taller de sus padres con quienes trabajaba desde que tenía nueve años.
Por más de que su mamá deseaba que siguiera una carrera, no encontró el trabajo que buscaba como biólogo y se puso a ayudarles a sus padres en el taller y en la venta de sus productos, pero ya tenían la suficiente ayuda del resto de la familia y Pancho siguió buscando un trabajo donde les pudiera ayudar a sus padres en los gastos de la casa.
Finalmente encontró donde emplearse; al pasar frente a un estacionamiento vio un letrero que decía “Se  solicita un joven para trabajar”. Francisco consiguió el trabajo gracias a que conoció a Hugo Salgado. El predio pertenecía a la señora Russo. El negocio llevaba el mismo nombre que hoy en día y se llama “Estacionamiento Galeana”, quien rentaba el predio era el ahora Notario No. 2 licenciado Hugo Salgado Castañeda, cuyo administrador era el señor Rafael Anguiano.

Cuando el licenciado Hugo Salgado Castañeda dejó el predio, Francisco Tejas Romero, fue liquidado generosamente por el licenciado Hugo, con mucho más de lo que le tocaba por ley. Al poco tiempo, la señora Russo en 1983 se lo rentó a don Jesús López Medina, siendo el nuevo administrador don Miguel Nájera.
El señor Nájera le enseñó a manejar, a acomodar los automóviles, a lavar los coches con mucho cuidado por dentro y por fuera y cuando dejaron el trabajo de lavar automóviles, lo nombraron para que llevara la cuenta de boletos de autos pensionados, los de cortesía, los que tenían boleto y aquellos que lo habían extraviado, a quienes sólo les cobraban el tiempo en que decía la copia del boleto perdido. Hasta la fecha, nunca han cobrado por algún boleto que se haya perdido a algún cliente, por lo que con sólo identificarse le entregan su vehículo.
Desde el 18 de noviembre de 1989 ha trabajado en el mismo Estacionamiento Galeana, del cual ha sido un hombre de todas sus confianzas, siempre con la familia de don Jesús López.
Don Jesús abrió varios estacionamientos en todo Cuernavaca y sus dos hijos, al morir don Jesús, se han hecho cargo de los estacionamientos y jamás han tenido una queja de don Pancho Tejas Romero, a quien le han entregado siempre la supervisión del estacionamiento y cuando falta uno de los cajeros él se encarga del dinero y del boletaje.
Pancho aclara que en este trabajo ha tenido éxito, pues gracias a su constancia y a la confianza ganada, buen sueldo y propinas que recibe, ha podido hacer su casa en la colonia Jiquilpan.
Francisco conoció a Esther Mirelles quien trabajaba en el H, Ayuntamiento de Cuernavaca como secretaria. Se hicieron novios y a los dos años se casaron. Procrearon tres hijos: Sonia, Francisco y Manuel. Sonia y Manuel se recibieron dentro de la carrera de Informática y Computación y Francisco falleció a la hora de nacer.
Contrajeron nupcias en la ciudad de Temixco a escondidas de sus padres y vivió un año en la colonia Jiquilpan, luego se fueron a vivir a la colonia Campestre en Jiutepec, cuando el papá de Pancho falleció, regresaron a vivir a la casa de su mamá en la colonia Jiquilpan y después pudo comprar la casa donde antes vivían en la colonia Campestre, en la que han sido muy felices  durante 22 años.
Don Francisco Tejas es una persona seria y respetuosa, entregada a su trabajo y al servicio de sus clientes en general. Y así se ha ganado el respeto y cariño de Cuernavaca.

Por: Rafael Benabib / rafaelbenabib@hotmail.com

Cumple los criterios de The Trust Project

Saber más

Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado

Sigue el canal de Diario De Morelos en WhatsApp