No me arrepiento

Hoy hace un buen día para platicarles que, cuando colgué el silbato, un 18 de diciembre del 2002, luego de pitar la final de ida: Monarcas vs. Toluca (en donde los purépechas vencerían a los choriceros por la mínima diferencia, para que a la vuelta fueran los Diablos Rojos los que lograran coronarse) me hice un propósito, casi a manera de promesa: que nunca más volvería a arbitrar un partido de futbol.

No están ustedes para saberlo, ni yo para contarlo; pero, una vez retirado me llovieron invitaciones para silbar varias finales, algunas de ellas en el vecino país del norte en las que incluso, me llegaron a ofrecer una generosa remuneración por mis “servicios”; sin embargo, una respuesta negativa se escuchó salir de mis labios, no sin antes agradecer la deferencia.

“Y la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido” (Olé Joaquín Sabina). Entré a colaborar a Televisa, hasta que un buen día recibí una llamada telefónica: “Llamamos de parte del señor Raúl Sarmiento para solicitarle que sea tan amable de arbitrar un partido a beneficio de los niños con cáncer” ¡Tómala!... Pues, ni cómo negarme.

Resulta que se enfrentaron la Selección Femenil Mexicana, dirigida por mi gran amigo Leonardo Cuellar contra las Estrellas de Televisa, equipo conformado por una pléyade de artistas, entre los que se encontraban Poncho de Nigris, el “Pato” Cabezut, Arturo Carmona, otro más que le apodaban el “muñeco” Armando González entre otros, mientras que Chabelo (sí leyeron ustedes bien, el mismísimo Javier López Chabelo) narraba el partido junto con mi también amigo Félix García y la voz de ambos se podía escuchar en los altoparlantes.

Hubo alternancias en el marcador; pero, cuando ellas iban perdiendo se pusieron a reclamar, pretendiendo que todo se les marcara a su favor. Llamé a la capitana y le expliqué que su condición de mujeres no les iba a ganar alguna ventaja en mis señalamientos.

La verdad sea dicha, los “artistas” jugaban muy bien al futbol, pienso que algunos de ellos pudieron haber llegado al máximo circuito. Para la parte complementaria, las aguas tomaron su nivel y la “mexicanas” impusieron su calidad y potencia física, sin dejar de mencionar que los del canal de las estrellas eran muchos, todos querían jugar un rato y tantas sustituciones mermaron su accionar.

Aunque no se trataba propiamente de una promesa de mi parte, sí era mi intención no volver a pararme en una cancha con un silbato en la boca; pero, ante dichas circunstancias ¿Cómo negarme?, se trató de una amena y amable experiencia… no me arrepiento.

 

Eduardo Brizio

ebrizio@hotmail.com

Cumple los criterios de The Trust Project

Saber más

Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado

Sigue el canal de Diario De Morelos en WhatsApp