El Centro INAH Morelos destaca parte de la historia, usos y costumbres y las actividades que han conformado la feria más grande de Morelos, la de Tepalcingo.

En la investigación realizada por Berenice Rodríguez Hernández, Ana Catalina Sedano Díaz y Margarita Avilés Flores, publicada en el suplemento cultural semanal El Tlacuache, se describe parte de las peregrinaciones y promesas que comunidades realizan año con año, como es el caso del poblado de San Andrés Calpan del estado de Puebla.

Esta feria se celebra el tercer Viernes de Cuaresma y “desde el siglo XVIl se le atribuyen diversos milagros al Señor de Tepalcingo, de modo que desde ese momento se fue extendiendo su popularidad a nivel local y regional.

“Sin embargo, una particularidad en la configuración del Santuario de Tepalcingo en comparación con los otros, es que además de ser un centro de veneración es un espacio de intercambio comercial de una feria que data del siglo XVI; es decir, existe desde épocas precortesianas y a pesar de las presiones coloniales y globales, hasta el día de hoy se concentran una diversidad de productos que vienen del campo o que son silvestres, y que se transforman en alimentos, condimentos, plantas medicinales o en artesanías especiales y que muchas veces solo se consiguen en esa feria”.

Las investigadoras del Centro INAH Morelos explicaron que “la figura religiosa central se trata de un Cristo con la cruz a cuestas, caído, apoyándose con una mano en el suelo y con una cuerda en el cuello, que recibe desde hace décadas el tercer viernes de Cuaresma a peregrinos que provienen de Guerrero, Puebla, Tlaxcala, Michoacán, Veracruz, Ciudad de México, Estado de México, Hidalgo y Querétaro, principalmente”.

Las peregrinaciones, explicaron las investigadoras, “además de ser encuentros de una religiosidad popular que tiene como eje la veneración del santo patrón, son un encuentro cultural en donde muchos peregrinos también son comerciantes que provienen de diferentes pueblos originarios, principalmente del centro y sur del país, y los que no son comerciantes acceden a un espacio en donde la fe se fusiona con un conjunto de conocimientos, experiencias de trabajo, formas de vida y encuentros de pueblos en donde se reivindica un patrimonio cultural que se conserva gracias a esta feria”.

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