En política, dice una máxima, no hay derrotas permanentes o victorias eternas; podemos entender esto como una regla no escrita pero que indudablemente sirve a quien la interiorice ya sea en su actuar como funcionario público o como algùn ciudadano simpatizante o militante en algún partido político.

No es obligación legal, sin embargo es funcional asumir ciertos principios, éste anteriormente citado en lo particular sirve para siempre tener presente la importancia de la humildad; saber ser generosos en la victoria frente a los derrotados y siendo así, tener una óptima capacidad para construir un gobierno incluyente, de entendimientos y no comenzar una administración iniciando con el pie de la confrontación.

El paraiso de los ganadores no debe convertirse en terreno fertil del egocentrismo, esta circunstancia daña y desgasta rápidamente a un gobierno; en lo particular podemos ver en redes sociales expresiones divisorias entre mal llamados “fifis” y “chairos”, nada más simplista que caer en calificaciones para rehuirle al debate de fondo de las ideas; evitemos esas expresiones que nos llevan a generar brechas e infructíferas guerras de odio, si como sociedad no debemos permitirnos estos escenarios de pleitos, mucho menos los funcionarios públicos deben asumirse sensibles a las críticas y aquí pasamos a un aspecto obligado de reflexionar. Veamos…

Sería deseable que tanto el nuevo gobierno federal entrante y el gobierno estatal en funciones comprendieran la importancia de ser autocríticos de su desempeño, tener depositado en el valor del autocontrol un mecanismo más, para ser efectivos.

Autocrítica, acompañada de ser receptivos y reflexivos ante la crítica externa; eso de responder a las críticas, atacando a quien las hace, es lo más dañino para un gobierno; experiencia vivida es el caso Morelos en el sexenio de Graco Ramírez y ya sabemos como terminó esa triste historia. Esperemos huyan de esos extremos y eviten la tentación de caer en esos defectos.

En Morelos colaboran con el Gobernador Blanco, gente con las mejores intenciones y de probada honestidad; estarán sujetas al escrutinio ya que los resultados, independientemente nos caigan bien o no, es una asignatura obligada y a la que como sociedad civil debemos fungir como contrapeso para empujar el mejor destino para los morelenses.

Por ahora tienen el beneficio de la duda, pero tienen que ganarse el apoyo de aquellos a los que derrotaron en campaña. El arte de la política es convencer y sumar apoyos, lejos de andar generando resistencias.

La apuesta es a provocar entendimientos convenciendo que las cosas mejores pueden sucederle a Morelos si nos unimos; desterrar esa práctica nociva del “si no estas conmigo estas contra mi” que marcaron un sexenio y del que “estas conmigo

porque te llegué a un precio”; no más sometimientos y compra de lealtades, eso genera desequilibrios y retrasa lograr un mejor interés público.

Morelos y México entero es un país inmerso en un concierto global y que interactúa con mercados financieros, calificadoras mundiales y somos un referente continental; cuidemos las expresiones y privilegiemos el diálogo. La invitación es a que hagan política de la buena y hagan el bien con la política. Hermanemos Morelos.

Por: Guillermo Amerena Betancourt

amerenaguillermo@gmail.com

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