En la historia, no son pocos los personajes que han afirmado tener una misión divina o un destino extraordinario para “salvar” a otros. Este fenómeno psicológico, conocido como complejo de Mesías, va más allá de una simple creencia de superioridad: es una construcción mental profunda que puede afectar la manera en que una persona se relaciona con los demás y consigo misma.

¿De qué se trata?

El complejo de Mesías es una condición psicológica no clasificada oficialmente como trastorno, pero reconocida por especialistas como un patrón de comportamiento donde una persona cree que está destinada a rescatar, salvar o redimir a otros. Quien lo padece siente que tiene una verdad especial o una capacidad única que debe compartir para cambiar el mundo o “curar” a los demás.

Aunque puede tener raíces religiosas, no es necesariamente místico. También aparece en líderes políticos, figuras públicas, médicos, terapeutas o incluso personas comunes en relaciones personales.

Rasgos comunes
    •    Necesidad constante de ayudar, incluso cuando no se lo piden.
    •    Creencia de que los demás están perdidos o equivocados, y que uno tiene la “solución”.
    •    Resistencia a la crítica, porque se sienten moralmente superiores.
    •    Identificación con figuras redentoras o mártires.
    •    Auto exigencia extrema, porque creen que no pueden fallar en su misión.

¿Por qué se da?

Este patrón suele estar ligado a heridas emocionales no resueltas, baja autoestima encubierta o experiencias de trauma. En muchos casos, la necesidad de “salvar” a otros es un reflejo inconsciente del deseo de sanar al propio “yo”. También puede estar reforzado por entornos donde se premia el sacrificio personal o se mitifica la figura del “líder salvador”.

¿Qué riesgos conlleva?

Aunque a veces puede parecer altruista, el complejo de Mesías puede dañar tanto al que lo padece como a quienes lo rodean. La constante necesidad de rescatar a otros puede llevar a relaciones dependientes, agotamiento emocional y frustración. Además, quienes se creen salvadores a menudo ignoran los límites del otro o imponen sus ideas como verdades absolutas.

¿Tiene solución?

Sí. La conciencia del problema es el primer paso. La terapia psicológica, especialmente la cognitivo-conductual o psicodinámica, puede ayudar a la persona a identificar las raíces de este comportamiento, desarrollar empatía real y aprender a establecer relaciones más equilibradas.

 

junio  2025  - CDI Morelos

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