En los últimos años, México ha dejado de ser una opción atractiva para muchas producciones cinematográficas, tanto nacionales como internacionales. La razón no es un declive creativo ni falta de talento, sino un vacío estructural en incentivos económicos y fiscales que está provocando una fuga silenciosa, pero constante, de películas hacia países que sí ofrecen condiciones competitivas.

Mientras países como Canadá, España, Colombia o República Dominicana ofrecen reembolsos de entre el 25% y el 40% por cada peso invertido en producción, México sigue sin contar con un programa nacional sólido de estímulos fiscales para la industria audiovisual. La excepción es el estado de Jalisco, que desde 2023 implementó un “cash rebate” que ha comenzado a atraer proyectos pero es solo uno entre 32.

Productores de renombre como Mónica Lozano o Jorge Aragón han optado por filmar sus proyectos fuera del país, al considerar que los apoyos en México son insuficientes para sostener rodajes de mediano y gran presupuesto. Esta tendencia representa un problema doble: se pierden empleos para equipos técnicos nacionales y se diluye la derrama económica local que genera cada producción.

Según datos de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica (CANACINE), cada película genera alrededor de 300 empleos directos e indirectos. En términos financieros, por cada peso invertido en producción audiovisual, se estima una recuperación de cuatro pesos en servicios relacionados como hospedaje, alimentación, transporte, renta de equipo o permisos.

Pese a que el Fondo de Fomento al Cine Mexicano (FOCINE) ha tenido un crecimiento en su presupuesto anual de 100 a casi 200 millones de pesos entre 2022 y 2023, los recursos siguen siendo limitados frente a la demanda. Además, la desaparición de fideicomisos como FIDECINE y FOPROCINE dejó un vacío que aún no se ha llenado del todo, especialmente para producciones independientes.

La falta de incentivos no solo afecta al cine comercial. También pone en riesgo la diversidad temática y regional de las películas mexicanas. Sin apoyos que equilibren las condiciones de producción en estados fuera de la Ciudad de México, gran parte de la producción nacional se concentra en la capital, lo que limita la representación de otras realidades y contextos culturales del país.

En respuesta a este panorama, recientemente se conformó la Federación Mexicana de Productores de Cine, una organización que busca representar al sector frente a las autoridades y plantear políticas públicas más eficaces. Entre sus demandas está la creación de incentivos federales claros, transparentes y sostenibles, que ayuden a mantener y atraer inversiones.

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