La muerte de Nahel M por un disparo de la policía este martes provocó disturbios en ciudades de toda Francia, así como en Nanterre, la localidad al oeste de París donde falleció.
Según las autoridades, 667 personas fueron arrestadas este jueves en las protestas por todo el país, en las que los manifestantes lanzaron objetos y pirotecnia contra la policía, incendiando automóviles y mobiliario urbano.
Nahel M, de 17 años, era hijo único criado por su madre, trabajaba como repartidor de comida y jugaba al rugby.
Su proceso educativo fue descrito como "caótico". Se matriculó en una escuela en Suresnes, no lejos de donde vivía, para formarse como electricista.
Quienes lo conocieron afirman que era muy querido en Nanterre, donde vivía con su madre, Mounia, y aparentemente nunca conoció a su padre.
Su historial de asistencia a clase era pobre. Pero no tenía antecedentes penales.
El día del incidente le dio un gran beso a su progenitora antes de que ella se fuera a trabajar, y le dijo: "Te amo, mamá".
Poco después de las 9 de la mañana recibió un disparo mortal en el tórax, a quemarropa, al volante de un automóvil Mercedes por darse a la fuga durante un control policial de tránsito.
El policía que lo mató fue acusado este jueves de homicidio y, a través de su abogado, pidió perdon a la familia del joven, asegurando que estaba "devastado".
“¿Qué voy a hacer ahora?”, preguntó su madre, que este jueves encabezó una multitudinaria manifestación de protesta. “Le dediqué todo”, dijo. “Solo tengo uno, no tengo 10 [hijos]. Él era mi vida, mi mejor amigo".
Su abuela habló de él como un "chico bueno y amable".
"Negarse a parar no te da licencia para matar”, dijo el líder del Partido Socialista, Olivier Faure. “Todos los niños de la República tienen derecho a la justicia”.
El estigma de las minorías
No ha pasado inadvertido que su familia era de origen argelino: "Que Alá le conceda misericordia", rezaba una pancarta desplegada en la carretera de circunvalación de París frente al estadio Parc des Princes.
"La violencia policial ocurre todos los días, especialmente si eres árabe o negro", dijo un joven en otra ciudad francesa pidiendo justicia para Nahel.
La movilización de 40.000 policías, gendarmes y unidades de élite no pudo detener una tercera noche consecutiva de violencias en toda Francia tras la muerte de Nahel M., abatido por un policía en Nanterre, un suburbio al oeste de París.
La noche del jueves estuvo marcada por saqueos, incendios y ataques a más de una centena de edificios públicos en un gran número de ciudades francesas.
Al menos 667 personas fueron detenidas, más de cuatro veces más que la noche anterior.
Nahel, un adolescente de 17 años, murió el martes después de que un policía le disparara en el pecho.
Según los primeros indicios de la investigación, dos policías en motocicletas querían controlar el automóvil que conducía Nahel y que circulaba a gran velocidad "por un carril bus" en el suburbio parisino.
Los policías le habrían indicado al conductor que se detuviera en un semáforo en rojo, pero este arrancó de nuevo.
El agente acusado de dispararle ha sido detenido por cargos de homicidio, pero la protesta en Francia no se detiene.
El Ministerio del Interior anunció que 249 agentes policiales resultaron heridos durante la noche del jueves, en diferentes episodios de violencia urbana a lo largo del país.
En los suburbios del norte de París se veían la mañana del viernes múltiples automóviles incendiados y volcados.
"Racismo" y brutalidad policial
El caso de Nahel ha reavivado la controversia sobre la acción policial en Francia, donde se registró un récord de 13 muertes durante controles de tráfico el año pasado.
Nahel es la segunda persona este año que muere de esta manera en Francia.
Hace dos semanas, la policía disparó contra un conductor de 19 años en una ciudad en el oeste de Francia, luego de que presuntamente golpeara a un agente en las piernas durante un control de tráfico.
A tres días de su muerte, la ONU le pidió este viernes a Francia que aborde con seriedad los problemas de racismo y discriminación racial dentro de sus cuerpos policiales.
El problema de los suburbios
La muerte de Nahel ha despertado nuevamente la ira de los suburbios desfavorecidos en Francia, esas ciudades periféricas que a menudo albergan a los sectores más pobres de la sociedad francesa.
"Las personas que viven en estas comunidades tienen dos veces más probabilidades de ser inmigrantes que el promedio nacional y tres veces más probabilidades de estar desempleados", escribió Iona Lefebvre en su artículo para el Instituto Montaigne.
Estos barrios, conocidos como banlieues (la periferia de las ciudades), se vuelven escenarios de violentas protestas tras casos como el de Nahel, que ocurren con cierta frecuencia.
En 2005 fue el suburbio parisino de Clichy-sous-Bois el que estalló, tras la muerte de dos jóvenes musulmanes de 15 y 17 años, electrocutados en una subestación eléctrica cuando escapaban de la policía.
Nicolas Sarkozy, quien era en ese entonces ministro del Interior y luego sería presidente de Francia, calificó a los manifestantes que comenzaron las protestas de "escoria".
La banlieue se volvió a despertar en 2017, luego de que el joven Théodore Luhaka fuera violentamente maltratado por la policía en otro suburbio de París, Seine-Saint-Denis.
El sociólogo francés Fabien Truong, profesor en la Universidad de París-VIII, explicó en una entrevista al diario Le Monde que muchos de los manifestantes son chicos de la misma edad que este adolescente, que reaccionan "de forma íntima y violenta" por la sencilla razón de que la víctima pudo haber sido alguno de ellos.
"Todos los adolescentes de estos barrios tienen recuerdos de altercados negativos y violentos con la policía", dijo el académico y concluyó: