CUERNAVACA,  MORELOS.- Si gustas de caminar o rodar en la bicicleta, tienes que visitar El Texcal, un pulmón verde, que lo mismo nutre con oxígeno que de agua al municipio de Jiutepec, y parte de la zona conurbada de Cuernavaca. El Texcal está enclavado justo en los límites de Jiutepec con Yautepec y Tepoztlán, y a unos 25 minutos del centro de Cuernavaca. 

Puedes acudir un fin de semana; en sábado o domingo abren desde las 08:00 hasta las 16:00 horas; lleva tu ‘bici’ o renta una en la entrada de la reserva natural, o ya de plano échate a caminar, lo vas a disfrutar. 

A pie por el sendero no te aburrirás, hay mucho que ver que de tanto verde fundirás los árboles con algunos animales silvestres que habitan el gran bosque. 

Continúa, y en unos 20 minutos estarás frente a la laguna de Hueyapan, el principal manantial que nutre de agua a los pueblos vecinos; disfruta tu estancia y no te metas a la laguna, hay que cuidarla y además, está prohibido.

El Texcal

Así describe el biógrafo cuentista y novelista, Francisco Javier Arenas, esa reserva: El Texcal es abruptamente bello, producto de una vieja erupción volcánica. Por el oriente de esta selva de piedra surge como macizo retén el cerro Barriga de Plata. Es un cerro negro, mejor verde oscuro. Y allí al pie del cerro, la laguna...”. La gran cisterna de El Texcal, durante años invadido por asentamientos irregulares y recuperado parcialmente. Años atrás, en sus once áreas naturales protegidas habitaban especies representativas del 10% de las plantas de México, el 33% de las especies de aves, el 5% de peces de agua dulce, el 14% de reptiles y el 21% de las especies de mamíferos. 

Aparte de la hermosa y pequeña laguna de Hueyapan, cubierta en gran parte por tules, entre los que se esconden patos, este pedregal esconde innumerables encantos. (…) Alimañas que ocultan sus mimetismos entre tantas breñas y con los fantasmales órganos o cardones resulta muy fácil dejar inadvertidos venenosos reptiles, hermosos pero peligrosos.

Caminando. A pie el recorrido se disfruta más, y llega el olor a tierra y hierba; en el sendero te puedes encontrar enormes cactáceas que se funden con el verde de los arbustos.

Por: Victorino Zurita

victorino.zurita@diariodemorelos.com

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