EL OTRO MIEDO. Apenas a unos días del paso del huracán Otis por el puerto de Acapulco, que desató los peores temores en los lugareños, la gente comienza a levantarse poco a poco y las redes sociales dan cuenta de las muestras de apoyo y solidaridad que hay entre y para los habitantes.

Sin embargo, Otis dejó en Guerrero una sombra oscura que va más allá de los daños materiales. Hablamos del miedo a la rapiña y la violencia que se ha registrado particularmente en Acapulco.

Decenas de personas han denunciado, por medio de redes sociales, ya que el sistema de seguridad está rebasado por el momento, que gente armada ha entrado a robar a las casas que resultaron menos afectadas estructuralmente, lo que ha obligado a familias enteras a huir.

En “X” también circularon videos y fotos de gente hurtando en tiendas departamentales, no comida, no artículos de primera necesidad, sino pantallas y hasta motos.

A esto ahora sumamos el miedo que enfrentan aquellos ciudadanos que de buena fe han decidido participar en la recaudación de víveres para entregarlos a los más necesitados.

En las últimas horas se ha extendido un rumor de que el tramo de Chilpancingo a Acapulco está plagado de falsos retenes en los que hombres armados despojan a los voluntarios de toda la ayuda que llevan y hasta de sus vehículos.

Las autoridades han pedido que los víveres sean entregados al Ejército en Chilpancingo para que de ahí sean trasladados de manera segura a las zonas más afectadas.

En este punto surge una duda que debe ser resuelta. ¿No es más fácil que el Ejército garantice la seguridad en las carreteras para que la ayuda pueda llegar más rápido a los afectados?

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