DÍA A día, el tema de Covid-19 parece volverse repetitivo, sin crestas ni valles, rutinario y hasta cansino; sin embargo, ni poco antes y menos en las jornadas que están por venir se antoja menos relevante.
Hace dos-tres días uno de los millones que habitan la twittósfera cuestionaba la existencia de la nueva versión de coronavirus con la pregunta “¿Conocen en verdad a alguien que le haya dado Covid-19?
No fue lejos por la respuesta, en lo que podría parecer un hijo del Filósofo de Güemes: “No necesito darme un martillazo en el dedo para saber que duele y puede hacerme daño”. Y aún se duda de la enfermedad.
TAL VEZ porque la estadística de México no es lo penoso que se ha referido de China, Italia y España, por ejemplo, puede dudarse y quizá por ello relajarse la atención cuando los expertos ven cerca la escalada.
Cierto que el repliegue en los hogares ha ganado terreno en nuestro país, pero evidentemente no al grado que las autoridades sanitarias de México y la Organización Mundial de la Salud han pedido públicamente.
Es muy probable que si se multiplicara la difusión de los videos en que se ve el lamentable estado de niños italianos con este mal, cambiarían muchos que todavía hoy no creen y otros que toman la situación a la ligera.
PARA MAL trascienden otros videos que enseñan situaciones graves como la de un nuevo caso de Covid-19 en un hospital público de la capital Cuernavaca, en tanto las autoridades sanitarias no lo consignan.
Ayer en su conferencia sobre el virus en Morelos, el gobierno de Morelos informó que se mantiene en cuatro el número de personas infectadas de este coronavirus, 20 casos sospechosos y 38 negativos.
¿Qué pasa con el presunto caso del hospital de Cuernavaca y el de un socio de un club deportivo en Emiliano Zapata, por ejemplo? Pueden ser de los sospechosos, no quisiera creerse que se ocultan o son fakenews.
LO MÁS deseable sería que no incrementaran los casos positivos y menos aún decesos, y ojalá no tenga que darse la escalada para que adoptemos con mayor rigor la necesidad de toda medida preventiva.
Por E. Zapata
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