La Policía Municipal de Cuernavaca se lanzó a hacer su trabajo con deficiencias y consecuentes bajas.

Si bien tuvo aparentememnte un saldo a favor (la detención de tres vehículos y dos personas), no fue tan rotundo ante el numeroso contingente de delincuentes.

El crimen rebasó a los elementos, sin armas inexplicablemente, en una ciudad donde la delincuencia organizada es foco rojo.

Sin armas; solos, porque los llamados de refuerzos no pudieron ser captados por el Estado ni fue requerido el apoyo de Sedena ni la Guardia Nacional.

Solos, porque los mandos superiores no pidieron refuerzos; se encapsuló la información en el C4.

Aunque el alcalde José Luis Urióstegui afirme que los policías, “a pesar de las desventajas que enfrentaron no se replegaron y lograron abatir sin miedo a sus agresores”, se trata de que debería estar en marcha una estrategia fortalecida, y ya se ve que los sorprendieron desarmados.

En el transcurso de ayer lunes, policías en activo exigieron a través de una carta pública la renuncia de la Secretaría de Protección y Auxilio Ciudadano.

Principalmente por omisión, por falta de acuerdos con la fuerza estatal y porque se le han ido juntando los errores; señalan que le falta conocimiento de la operatividad.

Ayer, el único que la respaldó fue el alcalde Urióstegui, quien afirmó que no reculará y no pertenecerán al Mando Coordinado, con lo que esperan que el apoyo llegue “del cielo”.

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