TAL PARECE que en cuestiones de transparencia gubernamental y de otros organismos autónomos y partidos políticos aplica muy bien esa suerte de retruécano de “Estábamos mejor cuando estábamos peor”.
Durante varios años se ponderó que la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública del Estado de Morelos era una de las tres más avanzadas de todo el país. Aquellos consejeros así la hacían valer.
Y no es que el espíritu de la norma se haya retraído, sino que hacer valer su cumplimiento se volvió un excelente ejemplo de lo que los gabachos llaman “movement” y acá decimos “mucho ruido y pocas nueces”.
AL PASO de los años y los funcionarios, se volvió una burla el término “sujetos obligados” a quienes directa o indirectamente usan dinero público para sus actividades, porque hoy más bien son “desobligados”.
No es choro, basta sólo con asomarse primero a los sitios web de un sinfín de gobiernos, dependencias y otros organismos de Morelos para constatar la forma impúdica con que esconden el ejercicio público.
Luego, burlada fácilmente la plataforma estatal de transparencia, se volvió necesario acudir a la nacional, donde infinidad de los sujetos “desobligados” aparecen de membrete, pero no son transparentes.
HOY DÍA, de 33 gobiernos municipales de Morelos, ya no digamos los tres más de reciente creación porque ni en sueños, no hay más de tres que cumplan siquiera el 30 por ciento en difusión de información obligatoria.
El cumplimiento de transparencia y, más aún, de rendición de cuentas es un buen sueño ciudadano, porque conocer de qué forma están usando el dinero público sus gobernantes se torna en todo un litigio.
¿Y qué hace la autoridad para combatir la opacidad de los sujetos “desobligados”? Talleres informativos y cursos de sensibilización, es la labor con que se justifica la misión de hacer de Morelos un estado transparente.
Y ¿DE qué va la falta de transparencia en el ejercicio de servicio público? Simple, la opacidad y falta de rendición de cuentas es un inmejorable caldo de cultivo para la corrupción, de raterías, pues…
Por: E. Zapata / opinion@diariodemorelos.com / Twitter: @ezapata1