La adaptación en acción real de Lilo y Stitch ha sido un rotundo éxito en taquilla desde su estreno. Según los últimos datos de Box Office Mojo, la película ya ha superado los 700 millones de dólares recaudados en todo el mundo, consolidándose como una de las más vistas del año.
Sin embargo, más allá del éxito comercial, la cinta ha generado una ola de comentarios en redes sociales y medios especializados por un drástico cambio en el final que ha molestado a muchos fans de la versión animada original del año 2002.
Un cambio que no le gustó a todos
En la película animada, Stitch se queda a vivir con Lilo y su hermana mayor Nani, quien también actúa como su tutora legal. Esta conclusión reforzaba el poderoso mensaje de ‘ohana, que en hawaiano significa “familia”, y que resaltaba la importancia de mantenerse unidos ante la adversidad.
En cambio, en la nueva versión de acción real, el final toma un rumbo diferente: Nani decide dejar la isla para estudiar una carrera universitaria en los Estados Unidos, y Lilo y Stitch se quedan al cuidado de unos vecinos. Esta decisión ha sido vista por muchos como una traición al espíritu de la película original, especialmente por el mensaje de resistencia cultural y familiar frente al colonialismo.
Las críticas no tardaron en aparecer, y muchas de ellas fueron duras. Sin embargo, el director Dean Fleischer Camp defendió la decisión y explicó sus motivos en una entrevista con la revista Variety.
“Muchas de las personas que critican el filme ni siquiera lo han visto”, comentó.
¿Es una mirada más realista del espíritu hawaiano?
Camp argumenta que el nuevo final tiene como propósito mostrar una versión más realista de la cultura hawaiana, lejos de los estereotipos hollywoodenses.
“Queríamos ampliar el significado de ohana y convertirlo en una serie de valores tradicionales hawaianos, los cuales incluyen el colectivismo, la familia extendida y la comunidad”, explicó.
En ese mismo sentido, el actor de voz original de Stitch, Chris Sanders, quien también es hawaiano, señaló que en la vida real no es común que dos niñas huérfanas en Hawái queden completamente solas.
“Hay vecinos, grupos religiosos, tías, tíos. Todos intervendrían. Ese es el Hawái que conozco y en el que crecí”, afirmó.
Este punto de vista influyó directamente en el guion y en la creación de un nuevo personaje: Tutu, una figura maternal que adopta a Lilo como hanai, un término hawaiano que describe un tipo de adopción basada en el amor y el compromiso comunitario, no en trámites legales. “Hanai no se trata de papeleo, sino de responsabilidad por el bien común. Muchos hawaianos entendieron esa referencia y les encantó”, añadió el director.
La dificultad de rehacer un clásico
Fleischer Camp reconoce que hacer una nueva versión de una película tan querida es un desafío. “No se puede satisfacer a todos con los remakes de acción real. Se está caminando sobre un terreno consagrado por el público, son películas con las que la gente creció, yo soy uno de ellos y lo entiendo perfectamente”, dijo.
A pesar de las críticas, la película ha logrado superar a otras grandes producciones en taquilla, como Ballerina, del universo de John Wick, e incluso a Misión Imposible: Sentencia Final, protagonizada por Tom Cruise. Esto sugiere que, al menos comercialmente, la apuesta por un enfoque más culturalmente auténtico ha valido la pena.
El nuevo final de Lilo y Stitch ha abierto una conversación interesante sobre cómo representar culturas vivas en el cine, especialmente cuando se trata de historias populares que trascienden generaciones. Para algunos, este nuevo enfoque enriquece la narrativa original; para otros, representa una pérdida del mensaje central que hizo especial a la película animada.
Lo cierto es que el debate continúa, y quizás eso también sea parte del valor del arte: provocar preguntas, reflexiones y puntos de vista distintos. Pero, dime, ¿Tú qué opinas?