Morelos fue de los primeros Estados en contar con una ley de transparencia y un instituto que garantizara el acceso a la información. En los primeros años se dedicó a difundir cual era la importancia del nuevo derecho consagrado en la Constitución. El nuevo organismo público descentralizado logró posicionarse como una institución incómoda para la autoridad. Haberlo dotado con capacidad para sancionar, significó la diferencia frente al resto de los organismos de las otras Entidades federativas. a las que no se les dio “dientes”. Al Instituto Morelense de Información Pública y Estadística (IMIPE), se le dieron facultades que obligaban a los tres poderes a organismos descentralizados y a los ayuntamientos a informar. Fue un gran avance y Morelos fue pionero.

Se iniciaba un nuevo diálogo entre la sociedad y el gobierno. Un diálogo vigilado por una institución que garantizaría el cumplimento del derecho a la información para que ese diálogo se diera. Un poderoso instrumento de la sociedad para vigilar el quehacer de la autoridad.

Los organismos que garantizan al acceso a la información están destinados a ser incómodos para los gobiernos. La administración púbica hasta entonces, no tenia por que rendir cuentas a la sociedad. Sólo debían que hacerlo ante quien los designaba. Los gobernadores al Congreso, los secretarios al gobernador, los diputados a sí mismos, los presidentes municipales a su cabildo; los jueces a su presidente. El surgimiento de una institución que obligara a otras a mostrar lo que hacían: por qué, para qué y con qué, fue recibido con reserva por la prensa y un total rechazo por parte de los gobiernos.

La ley de transparencia obligó a todo funcionario que tuviera un cargo de responsabilidad a mostrar las entrañas de su institución. Mostrar cuánto era su salario fue un gancho al hígado. Hasta sus consortes se enterarían de sus ingresos. Se les denominó Sujetos Obligados a todas las instituciones y dependencias. La ley definía así la sumisión que le debían al pueblo. O sea, no es voluntario dar información. Es una obligación. El ser denominados como sujetos obligados fue afortunado.

A 18 años de la promulgación de la ley de transparencia, el IMIPE ha pasado por diversos y en ocasiones polémicos momentos. Desde la incomprensión de los sujetos obligados que se convirtió en no pocas ocasiones en amenazas, presiones y señalamientos a los Consejeros hoy Comisionados. La designación por parte de la cámara de diputados de los comisionados se ha convertido en una lamentable confrontación de intereses políticos. Afortunadamente las recientes designaciones de comisionados auguran una etapa de resurgimiento de la institución.

Al renovado Consejo del IMIPE se le presenta una enorme oportunidad para avanzar hacia un régimen transparente. En el ensayo” La Rendición de Cuentas en México” de Sergio López Ayllón y Mauricio Merino, especialistas en los temas de Transparencia y Rendición de Cuentas, publicado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, (www.juridicas.unam.mx), los autores advierten que el derecho a la información no se debe confundir con la rendición de cuentas. No basta con que se respondan las solicitudes de información para ser considerado transparente. Se trata, a su juicio de que : “Un régimen transparente es, literalmente, uno en el que no hay obstáculos para ver y saber; uno en el que cualquier persona puede observar qué decisiones está tomando el gobierno, qué recursos está empleando, cómo está usando los medios que tiene a su alcance y qué resultados está obteniendo”.

Se antoja un alto en el camino para ver en dónde estamos y elaborar un plan de ruta para acceder a un auténtico régimen de rendición de cuentas. Construir una política pública de rendición de cuentas que contemple lo expresado por Andreas Schedler (IFAI. 2004): para prevenir y corregir los abusos del poder los tres pilares de la rendición de cuentas: El acceso a la información; la justificación de sus acciones y la sanción.

La rendición de cuentas en México (por supuesto en Morelos), nos dicen López Ayllón y Merino, es incipiente, pero ya se cuenta con un cimiento constitucional. Aún falta mucho por hacer “... todavía estamos lejos, muy lejos, de rendir cuentas claras, objetivas, comparables y transparentes...”.

Lamentablemente, el actual régimen se ha convertido en un poderoso obstáculo, y hoy en día vivimos un retroceso en la transparencia y la rendición de cuentas. Hay que pavimentar nuevamente el camino.

Por: Ariel Homero López Rivera opinion@diariodemorelos.com

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