Noé, descrito por amigos y familiares como una persona amorosa que vivía para sus hijos y su esposa, estaba laborando en un establecimiento de venta de neumáticos por el bulevar Universitarios, casi esquina con Enrique Sánchez Alonso, cuando la violencia de ese jueves negro se originó en el sector Tres Ríos y le quitó la vida.

Él se estaba dentro de la oficina contigua al taller, pero hasta ese lugar fue alcanzado por dos balas perdidas de alto calibre que le perforaron el abdomen y un costado, dejándolo dañado.

Su cuerpo estuvo inmóvil por agonizantes minutos, mientras afuera se vivía un escenario de guerra. Un compañero de trabajo intentó pedir una ambulancia, pero en ese instante las líneas estaban colapsadas, por lo que nadie contestó al otro lado de la bocina, y, como sabían que en esos momentos el tiempo era crucial, finalmente eligieron por subirlo a la camioneta de un cliente que les ofreció llevarlo a un hospital.

Justo al subirlo a la camioneta se aproximó una ambulancia militar que les ofreció auxilio y lo cambiaron de unidad para trasladarlo al hospital, pero Noé no resistió y llegó sin vida al Hospital Civil.

Testimonio.

Durante y posterior de la jornada violenta del pasado jueves, Rocío, esposa de Noé, vivió horas de intranquilidad, sin saber cómo se encontraba su esposo ni en dónde, porque, a pesar de arriesgarse para buscarlo, nadie le daba razón de Noé, solo se aferraba a la esperanza de que fuera uno de los perjudicados que estaba en algún hospital, pero con vida: "Nadie me informaba de él. Anduve como loca en todos lados buscándolo, en la Cruz Roja, en el Hospital General, en el Seguro Social, manejando en medio de todo, como podía, sola, temblando. Cuando ya no pude llegar al Hospital Civil, lo que los medios manejaban es que había nueve heridos, todos estables, nada de gravedad, entonces yo oré toda esa noche, pidiendo que, aunque fuera algo leve, lo cuidara, porque seguramente iba a estar muy nervioso, porque estaba preocupado por nosotros."

Pero Noé no logró llegar al hospital: quedó sin vida en la ambulancia en que lo transportaban militares. 

"Les decía que pidieran ayuda porque sentía que se estaba muriendo. Ese es mi gran dolor", comenta Rocío entre sollozos, al tiempo que afirma haberse enterado del fallecimiento de su esposo hasta el viernes, cuando ya estaba en el Servicio Médico Forense, pero lo miro hasta que lo llevaron a la funeraria.

Terrible pérdida.

"Es una injusticia muy grande. Sí quiero externar mi dolor, porque alguien que estaba trabajando, esforzándose día a día por ganar su sustento de la mejor manera, un hombre tan trabajador, que teníamos tantos proyectos, que estábamos realizando sueños… Tenemos tres niños, mi niño de 12, mi niña chiquita de 7 y mi niño de 4, de kínder. Ahorita en las noches me preguntan por él."

Rocío espera que su testimonio ayude de algo, "como, por ejemplo, cuando uno llama al 911, que te contesten de inmediato y de inmediato te presten ayuda. Y no es en contra de ellos ni en contra de Cruz Roja, no es contra del Gobierno, no es en contra de nuestra gente de Culiacán. Yo no tengo nada en contra, nada de odio. Lo que menos necesito ahorita es que alguien me diga “¿por qué dices esto?”.

En medio de la agonía, Rocío saca fuerzas para decir con firmeza que ella es una persona apolítica, sin partido y sin interés políticos, sin deseo de cuestionar ni reclamar a nadie: "Yo solo creo que el Gobierno que Dios va a traer dentro de pronto a la tierra, como lo dice la Biblia, ese reino que pedimos en el Padre Nuestro cuando decimos “venga a nosotros tu reino”, ese es el que hará justicia. También creo en la resurrección, porque Jehová lo promete en Juan 5:28. Su hijo Jesucristo murió, y fue resucitado. Y sí, creo que eso va a ser posible; pero, mientras, ¿cómo voy a sacar adelante a mis hijos? No los va a ver crecer. Ambos trabajábamos, pero él era mi sostén, era mi apoyo; él era la cabeza de mi familia."

No critica a nadie ni cuestiona, solo dice estar consciente de que todos quieren y están peleando por mejorar la situación, "pero no pueden, porque la maldad nos ha rebasado; tampoco quiero hablar de nuestros paisanos, porque yo soy culichi y amo mi ciudad y mi estado, creo que tenemos cosas tan bonitas, nuestra tierra, la gente de aquí somos generosas, amables, querendonas, hospitalarias. Todo es muy bonito en mi estado, pero ya vivo con terror", acepta.

La impotencia.

 Rocío se quiebra al pensar en las horas de dolor de su esposo y el tiempo que su cuerpo sin vida estuvo en algún lugar sin que se enterara.

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