A 34 años de su lanzamiento, Nevermind sigue sonando fuerte. Este fue el segundo álbum de Nirvana y el que los convirtió en estandarte del grunge, marcando el clímax de la banda nacida en Seattle.
Los años ochenta habían quedado atrás y la juventud pedía una revolución: otra estética, otra forma de ver la vida. Era una época tensa, con una generación que quería enfrentar sus inquietudes a través de la música. El rock que sonaba entonces parecía desfasado, incapaz de conectar con ese nuevo espíritu. En ese contexto apareció Kurt Cobain junto a Nirvana, quienes el 24 de septiembre de 1991 presentaron Nevermind.
El icónico LP con la portada del bebé bajo el agua persiguiendo un billete de un dólar se convirtió en tema de debate décadas después. Spencer Elden, el bebé de la foto, presentó en 2021 una demanda por explotación debido al uso de su imagen. Aunque el proceso judicial atrajo la atención mediática, la querella terminó siendo desestimada, reavivando, sin embargo, la conversación sobre el consentimiento en el arte.
Días antes de la salida del disco, el 10 de septiembre, se lanzó el sencillo “Smells Like Teen Spirit”, que se convirtió de inmediato en un himno generacional. Su impacto fue tan grande que los fans esperaron con ansias la llegada del álbum completo.
El éxito fue fulminante: Nevermind superó con creces a su predecesor y logró lo impensable, desbancar de los primeros lugares de ventas a nada menos que Michael Jackson con su publicitado “Dangerous”. Para diciembre de 1991, Nirvana ya tenía discos de oro y platino en varios países.
Hasta la fecha, Nevermind supera los 30 millones de copias vendidas en todo el mundo. Además, fue incluido en el Registro Nacional de Grabaciones de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, consolidando su relevancia cultural e histórica. Su presencia constante en listas de “los mejores discos de todos los tiempos” confirma lo que ya sabemos: es un álbum atemporal, un clásico que merece escucharse una y otra vez.
