En un giro que parece extraído de un drama televisivo, Julieta Silva, cuya historia conmocionó a Argentina en 2017 tras atropellar y matar a su novio Genaro Fortunato, vuelve a ser noticia. Esta vez, no por un accidente fatal, sino por una denuncia de violencia doméstica presentada por su esposo actual, Lucas Giménez, en San Rafael, Mendoza. La cronología de los hechos, las declaraciones de las partes involucradas y las sombras de su pasado conforman un relato complejo que mezcla tragedia, controversia y un toque de ironía.

El incidente de 2017: una noche que cambió todo

El 9 de septiembre de 2017, Julieta Silva, entonces de 29 años, y Genaro Fortunato, un rugbier de 25 años, salieron de un boliche en San Rafael tras una discusión. Según los detalles del caso, ambos estaban alcoholizados, con niveles de 0.98 g/L y 1.80 g/L respectivamente. Silva, conduciendo un Fiat Idea sin sus lentes y bajo condiciones de lluvia y baja visibilidad, atropelló a Fortunato, quien falleció tras ser arrollado, con su cráneo aplastado. La justicia determinó que fue un homicidio culposo agravado, sentenciándola en 2018 a tres años y nueve meses de prisión, más una inhabilitación de ocho años para conducir. Cumplió parte de la condena en arresto domiciliario y fue liberada en 2020, tras lo cual intentó rehacer su vida.

Un aspecto relevante es la evaluación psicológica realizada durante el juicio, que describió a Silva como "egocéntrica, sin sentimientos de culpa, antisocial e histriónica", con rasgos de narcisismo y una inclinación a la manipulación, calificándola como potencialmente peligrosa para otros. Esta evaluación, aunque no cambió la sentencia, ha sido citada por la familia de Fortunato para cuestionar la naturaleza accidental del hecho.

Una nueva vida y un nuevo conflicto

Tras su liberación, Silva se casó con Lucas Giménez en diciembre de 2022, y la pareja disfrutó de una luna de miel en México. Sin embargo, el idilio duró poco. El 12 de julio de 2025, Giménez realizó un desesperado llamado al 911 desde el baño de su hogar, denunciando que Silva lo había agredido físicamente. Al llegar, la policía encontró al hombre con escoriaciones y tumefacción, lo que llevó a la imputación de Silva por "lesiones leves agravadas por el vínculo".

La fiscalía dispuso su detención domiciliaria con tobillera electrónica, considerando que es madre de una hija menor de edad, nacida de esta relación.

Silva, en un intento por minimizar el incidente, habló con la prensa el 25 de julio de 2025, declarando: "No fue más que una discusión, pero mi nombre pesa. Es lo único que voy a decir". Esta declaración, cargada de ironía, sugiere que su historial pesa más que los hechos actuales, aunque no detalla las circunstancias de la agresión. Cabe destacar que Silva también presentó una contradenuncia por violencia de género contra Giménez, lo que añade una capa de complejidad al caso, con ambas partes señalándose mutuamente.

Voces de dolor y preocupación

La familia de Genaro Fortunato, especialmente Miguel Fortunato, padre de la víctima, ha reaccionado con indignación y preocupación. En una entrevista reciente, Miguel expresó que siempre creyó que el atropellamiento de 2017 fue intencional, apoyándose en su análisis técnico como ingeniero: el arrastre fue de 3 metros, el auto se detuvo 13 metros después, y la velocidad sugería que no fue un accidente.

Además, citó la evaluación psicológica, afirmando: "Después de la pericia psicológica donde la describían como una persona peligrosa, estaba convencido de que había sido intencional el asesinato de Genaro". Su preocupación se extiende a la hija de Silva, una niña de dos años, temiendo por su seguridad dado el historial de violencia.Por otro lado, Giménez, dueño de una ferretería en San Rafael, ha evitado hablar con la prensa, refugiándose en el silencio tras su denuncia. Las redes sociales, especialmente X (anteriormente Twitter), han reflejado opiniones divididas, con algunos usuarios cuestionando por qué Silva estaba libre tras el primer caso, mientras otros comparten artículos y videos sobre el desarrollo del caso.

Una historia de controversia

El caso de Silva no sólo refleja un historial de violencia, sino también las tensiones en el sistema judicial argentino, especialmente en casos de violencia de género. La decisión de otorgarle arresto domiciliario, considerando su rol como madre, ha generado debate, mientras que las denuncias cruzadas entre Silva y Giménez complican la narrativa. En las redes sociales, como se observó en publicaciones recientes, algunos critican la aparente leniencia hacia Silva, comparándola con casos donde hombres son condenados por acusaciones menos concretas.

Además, el impacto en la comunidad de San Rafael es palpable. Silva, antes del incidente de 2017, era conocida como empresaria y jugadora de hockey, con una vida aparentemente estable. Sin embargo, los eventos posteriores han transformado su imagen pública, convirtiéndola en un símbolo de controversia y debate sobre la rehabilitación y la reincidencia.

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