Ver series por horas consecutivas se ha convertido en uno de los hábitos de entretenimiento más comunes de la última década. Con plataformas que estrenan temporadas completas en un mismo día, las maratones audiovisuales dejaron de ser una excepción para transformarse en una práctica cultural habitual. Sin embargo, diversos estudios advierten que esta forma de consumo podría estar modificando la forma en que recordamos y procesamos la información, afectando directamente la memoria de trabajo y la capacidad de atención.
De acuerdo con análisis recientes recopilados por medios internacionales, los maratones de series pueden generar lo que especialistas describen como memoria fragmentada o memoria de pez. Esto ocurre cuando el cerebro recibe grandes cantidades de información de manera continua, pero sin pausas que permitan su almacenamiento profundo. Al consumir varias horas seguidas de contenido, las conexiones neuronales que consolidan recuerdos se fatiguen, lo que hace que el espectador olvide detalles argumentales, personajes secundarios e incluso partes completas de episodios vistos hace apenas unos días.
Expertos en neurociencia y hábitos digitales señalan que el cerebro funciona mejor con intervalos moderados de estimulación. Cuando un usuario ve entre seis y diez episodios seguidos, la narrativa se vuelve más difícil de procesar y la atención pierde estabilidad. Esto no se debe solo al cansancio, sino también al exceso de información que impide seleccionar qué es relevante para recordarse a largo plazo. El resultado puede ser una experiencia intensa pero fugaz: se disfruta en el momento, pero permanece poco en la memoria.
Otro punto señalado en las investigaciones es el papel de los algoritmos. Las plataformas recomiendan contenido de manera inmediata y automática, provocando que el usuario encadene una serie tras otra sin espacio para reflexión, análisis o descanso cognitivo. El estímulo no se detiene y el cerebro tampoco logra recuperarse. Por ello, los hábitos prolongados de binge-watching pueden derivar en dificultades para concentrarse en otras actividades que requieren atención sostenida, como estudiar, leer o realizar tareas laborales complejas.
Pese a esto, especialistas aclaran que ver series no es en sí perjudicial. El problema aparece cuando el consumo es excesivo y continuo. La recomendación principal es establecer pausas entre episodios, alternar con otras actividades y permitir que el cerebro procese la información con mayor naturalidad. Mirar un capítulo por día, por ejemplo, fortalece la memoria narrativa y permite una experiencia más profunda que maratonar toda una temporada en una sola noche.
Las maratones de streaming son un fenómeno instalado culturalmente y, para muchos, una forma de escape, descanso o conexión emocional. Sin embargo, la evidencia científica sugiere que el equilibrio es clave. El entretenimiento no tiene por qué desaparecer; basta con modificar la velocidad con la que lo consumimos. Recordar una serie no debería depender de verla de nuevo, sino de permitir al cerebro hacer lo que mejor sabe hacer: guardar historias que valgan la pena ser recordadas.
