Desde hace años, Ticketmaster es un blanco de críticas, gracias a una pésima organización y a incidentes regulando la venta de boletos de distintos eventos.
Un concierto debe ser una experiencia única, un evento que genera emociones que se apoderan del cuerpo y alma; magia pura que reúne a miles de desconocidos en un mismo lugar y los nivela a la misma sintonía.
Hay quienes sienten ansias desde que tienen los boletos en sus manos, otros que, con melancolía, se conmueven al pensar que verán a su grupo o artista favorito, e incluso personas que encuentran paz, al finalmente lograr un cometido que parecía que nunca llegarían a realizar.

Esta montaña rusa de sentimientos, sin embargo, se ve comprometida al enfrentarse a lo que podemos llamar un “enemigo común” en el mundo del entretenimiento en vivo.
Imagina que viajas desde otra ciudad, incluso, desde otro país, para poder vivir en carne propia un recital donde todos tus sentidos se conectan al escuchar la música que te ha acompañado a lo largo de tu vida; finalmente, al llegar al lugar, se te niega el acceso, alegando que hubo fallas en el proceso, a pesar de que sabes que todo se ejecutó correctamente.
Esto ha pasado con Ticketmaster, no precisamente a poca gente, y no en ocasiones puntuales; se ha convertido en una pesadilla y un temor constante para todos aquellos que disfrutan este tipo de eventos.

En este punto, seguramente surge la duda… ¿De dónde salió Ticketmaster? ¿Y cómo ha llegado a convertirse en el líder absoluto en cuanto a la distribución de entradas?
La empresa estadounidense se fundó en 1976, en Arizona, por los agentes de ventas Albertt Leffler, Peter Gadwa, Gordon Gunn y Charles Hambry Jr.
Tan sólo dos años después, llevarían sus servicios al plano internacional, mismo que actualmente dominan al tener presencia en 34 países en los cinco continentes del planeta.

Su capacidad masiva seguiría incrementando en 2009, cuando se fusionaron con la promotora Live Nation, que a su vez, pertenece a Liberty Media, una cadena de medios de comunicación en masa que dirige eventos de la magnitud de la Fórmula 1, o posee a uno de los equipos más poderosos de la MLB, los Atlanta Braves.

Live Nation administra más de 120 recintos importantes alrededor del mundo, además de manejar la carrera de artistas internacionales. Al poseer o asociarse con estos recintos, además de asegurarse de descartar casi completamente a la competencia, Live Nation tiene la seguridad de que, hagan lo que hagan, los compradores siempre tendrán que recurrir a ellos.
Esto, como venimos advirtiendo, no es un tema reciente; desde 1994, con las múltiples protestas propiciadas por el grupo de grunge Pearl Jam, se inició una lucha en la algunos de los artistas con más influencia se enfrentan a un gigante de la industria de los conciertos.
Estas quejas acusaban a Ticketmaster de crear un monopolio, desde que, en 1991, habían eliminado a su competidor directo, Ticketron.

Metallica, Blink 182, Taylor Swift, Ed Sheeran, Dua Lipa o Harry Styles son algunos de los artistas que se han visto afectados por los escándalos de Ticketmaster, que parece no aprender –o no querer aprender- de sus errores al repetirlos desde hace décadas.
Ticketmaster apologizes to Taylor Swift and her fans for sales disaster. pic.twitter.com/ibW4wY7ENG
— Pop Crave (@PopCrave) November 19, 2022
En 2018, llegaría una nueva acusación, en la que periodistas de la cadena CBC News asistieron a un evento en Las Vegas, donde pudieron comprobar a través de una grabación con cámara oculta que Ticketmaster revendía sus propios boletos.
A esto, la compañía respondió en un comunicado no muy convincente que un mercado secundario era inminente ante la demanda que no podía ser complacida, y que, aunque muchos no podrían estar de acuerdo, ellos elegían participar a quedarse fuera para tener “un mayor control”.
Ese mismo año, una investigación donde se monitoreaba la página oficial de Ticketmaster reveló que no todos los boletos son liberados al mismo tiempo, ni en las mismas zonas, incrementando su precio por cada camada de boletos que aparecía como disponible, generando así una sensación de escasez que provoca que el público pague precios inflados por boletos que en un principio tenían un valor menor.

En nuestro país, la situación no es distinta; Live Nation intentó en 2020 comprar el 51% de acciones de OCESA, la promotora mexicana que se ha vuelto líder en toda América Latina, y a la que le pertenecen recintos como el Foro Sol, Auditorio CitiBanamex, Arena VFG, Autódromo Hermanos Rodríguez, entre muchos otros. Finalmente, la compra se cerraría en 2021, en una operación multimillonaria que además involucraba a la cadena televisiva Televisa.

Con esto, volvemos a la misma situación, en la que una macroempresa abarca todo un mercado y, por ende, puede hacer con él lo que le plazca.
En 2022, se presentaron dos situaciones que percibimos como el perfecto reflejo de todo lo que representa Ticketmaster, primero, cuando la influencer Miroslava Valdovinos se hizo viral en las redes sociales por revender más de un centenar de boletos del Corona Capital a precios desorbitados, argumentando que ella tenía contactos en la empresa, que finalmente se deslindaría del asunto e incluso la demandaría.

Para cerrar el año, tuvimos a Bad Bunny, quien se presentó en el Estadio Azteca en el mes de diciembre, en dos conciertos donde miles de afectados con boleto en mano se quedaron afuera, ya que, el personal de seguridad alegaba que se trataban de boletos duplicados.
En material audiovisual del concierto, se puede apreciar como, en efecto, hay filas de asientos vacíos, donde los asistentes a los que se les denegó el acceso habrían podido entrar perfectamente; finalmente, intervino Profeco, que forzó la devolución del 100% del pago más un 20% de indemnización, cambiando además las políticas de la empresa, que ahora se compromete a devolver el total pagado en caso de un error.
Si compraste boletos para el concierto de #BadBunny el pasado 9 y 10 de diciembre en el #EstadioAzteca, y te negaron el acceso.
Ingresa a https://t.co/VIrQmLsrL9 y comienza tu proceso de reclamación de reembolso total + bonificación no menor al 20% del precio pagado. pic.twitter.com/hs3TUa3J64
— Profeco (@Profeco) December 15, 2022
Los boletos retirados, además, habían sido rotos por el personal de seguridad, lo que no permitía presentar evidencia física de la compra aunque después se verificara que era una compra correcta y legal.
Esto es una injusticia, y es inadmisible que aún después de todo esto la empresa quede impune, ante actos que seguramente repetirá en un futuro, con la seguridad de que nada va a pasar y de que no hay sanción o polémica que los pueda frenar.
