“La indiferencia también daña al Reino de Dios”, dijo el obispo de la Diócesis de Cuernavaca, Ramón Castro Castro durante su homilía dominical desde la catedral.
Durante el tercer domingo de Pascua, el obispo Ramón Castro, también presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) hizo un llamado urgente a los fieles para reflexionar sobre el verdadero sentido de la conversión, advirtiendo que no se trata de una invitación para los no creyentes, sino para quienes ya son seguidores de Cristo.
Señaló que muchas veces se cree que la conversión es solo para los grandes pecadores, cuando en realidad es un llamado directo para los creyentes, a fin de evitar la ceguera espiritual, la hipocresía y, sobre todo, la indiferencia ante el dolor y las injusticias del mundo.
“Jesús no nos invita a cambiar porque no lo conocemos, sino porque ya lo seguimos. La conversión que nos pide es para quienes hemos decidido caminar con él, pero que muchas veces actuamos como si no lo hiciéramos”, expresó.
Enfatizó que el Reino de Dios —un reino de paz, justicia, verdad y amor— se ve dañado no solo por acciones directas, sino también por la omisión y la indiferencia. “No basta con no hacer el mal, también debemos comprometernos a hacer el bien. La vida debe defenderse desde el seno materno hasta su fin natural”, subrayó.
Criticó la actitud de muchos creyentes que se alejan por preocuparse solo por su bienestar personal y no por el bien común. En ese sentido, advirtió sobre el riesgo de convertirse en “higueras estériles” si no se dan frutos que respondan a la misión cristiana.
“El México profundo, el México indiferente, el que solo busca su propio beneficio, nos muestra cuán necesaria es esta conversión. Jesús nos ha dado todos los medios para dar frutos abundantes; no podemos ser cristianos de nombre, sino de acción”, concluyó.
Finalmente, monseñor Ramón Castro pidió a la Iglesia a vivir intensamente el tiempo pascual, con un corazón dispuesto al cambio y comprometido con la construcción del reino de Dios en la vida cotidiana.