La vida de Calabacín es una propuesta poética y delicada, que en su animación en stop-motion, relata una historia de desgracia, dándole forma de esperanza.
La vida de Calabacín (2016), escrita por Céline Sciamma y animada y dirigida por Claude Barras, cuenta la historia de Courgette (Calabacín), un niño que, tras la trágica y repentina muerte de su madre abusiva, se hace amigo del oficial de policía Raymond. Con su ayuda, nuestro protagonista intentará descubrir su papel en su nuevo hogar, donde aprenderá más acerca del amor, la amistad, el humor, la resistencia y la confianza.
La película desprende un enorme carisma, que provoca que el espectador se pueda identificar fácilmente con los personajes de la historia. Es un proyecto delicado y sólido a la vez, que encuentra su encanto en todas sus formas y matices.
El ver a través de los ojos de Courgette, con todos los miedos y la incertidumbre que provoca la infancia, es algo maravilloso; por otro lado, el resto de personajes no se quedan atrás, y poco a poco nos muestran un acercamiento íntimo y profundo al significado de sus vidas.

Por medio de detalles, gestos y acciones, se nos presentan las intenciones y sentimientos de los niños, que lidian con situaciones trágicas que los han llevado al orfanato. Dentro de la naturaleza dramática del tópico, y lo difícil que puede ser abordarlo, en este caso podemos verlo como un acercamiento sutil, más que algo explícito y subrayado en exceso.

Todo el tono de la película es fantástico, y tiene una intención clara; desde la animación, que es bien lograda y nos muestra desde la sencillez y la imaginación la perspectiva de un niño, hasta el ritmo del filme, que aborda temas complejos de forma brillante y optimista.
Cabe mencionar que la duración de la película es cercana a una hora, algo atípico en nuestros días, y, a pesar de una duración que en un principio parece corta, la historia encuentra los momentos idóneos para darle sentido a los personajes, desde la llegada de Calabacín al orfanato, hasta el cierre de la historia donde todos son capaces de seguir adelante.

Este relato, que define claramente lo que quiere mostrar y cómo quiere expresarlo, está lleno de sensibilidad y carisma; cada uno de los niños evidencia sus traumas del pasado, pero también una capacidad innata para afrontar estas situaciones con muchísima esperanza y personalidad, sin duda, reflejando el encanto de la infancia.

La vida de Calabacín ofrece sabiduría irrefutable para todas las edades y condiciones sociales, exponiendo con un carácter infantil una historia con un trasfondo adulto, que nos lleva a los recuerdos más profundos de nuestra niñez.
El primer amor, el inicio de las amistades, el miedo a lo desconocido y la pasión por la aventura, son algunos temas que trata la cinta, con una pasión sinigual y una pureza desbordante.

