“¡Ahí va el golpe!” es una de las frases más conocidas que resuena en el mercado Adolfo López Mateos (ALM) de Cuernavaca. Desde las tres de la madrugada, los cargadores de esta central de abasto comienzan su ardua jornada de carga y descarga de mercancías, donde transportan hasta 800 kilos en sus “diablitos”.
De acuerdo con la Unión de Estibadores del Mercado Adolfo López Mateos, aproximadamente 228 cargadores conforman esta fuerza laboral, divididos en dos grupos: los azules y los cafés, cada uno identificado por el color de sus camisolas. Sebastián Hernández Arroyo, con 18 años de experiencia en el oficio, detalló que su jornada puede iniciar desde las 3:30 de la madrugada y extenderse hasta la tarde, dependiendo de la demanda de trabajo.
La mayoría de los estibadores provienen de la zona metropolitana de Cuernavaca, aunque algunos llegan de lugares más lejanos, como Coatetelco, Puente de Ixtla y Xoxocotla. Este trabajo, explica Hernández Arroyo, no garantiza un sueldo fijo: algunos días pueden ser buenos, otros no tanto.
Para realizar su labor, los estibadores utilizan los populares “diablos”, vehículos de carga que deben adaptarse para soportar grandes pesos y proteger la mercancía. Aquellos que no poseen su propio “diablo” pagan una renta diaria de aproximadamente 20 pesos. Estos vehículos, además, representan una inversión considerable, ya que pueden costar entre 5,000 y 6,000 pesos más el costo de las adaptaciones.
Hernández Arroyo también destacó la dureza del oficio. Los estibadores cargan hasta 800 kilos en sus “diablitos” y están expuestos constantemente a accidentes o lesiones, aunque no cuentan con seguro médico. Sin embargo, la unión de estibadores les proporciona un apoyo económico en caso de accidentes graves, como muestra de solidaridad entre compañeros.
El ingreso diario de un estibador depende del número de viajes y del peso de la mercancía. Los estibadores manejan tres tarifas: 5 pesos por caja de bodega a bodega, 7 pesos por caja para entregas de una bodega hacia algún estacionamiento, y 10 pesos para trayectos más largos. Solo descansan el 1 de enero y el 25 de diciembre, en vísperas de las festividades de fin de año.
Así, día a día, desde la madrugada, los estibadores del mercado Adolfo López Mateos mueven incansablemente la mercancía que abastece a Cuernavaca y sus alrededores, sosteniendo una tradición de trabajo que es tan esencial como la mercancía que transportan.
Salvador Rosas / salvador.rosas@diariodemorelos.com