En el desafío diario de la crianza, calmar a un niño en medio de una rabieta puede parecer una tarea titánica. A veces pareciera que no hay nada que pueda calmar a un niño,cuando empieza a gritar, a patalear, a enojarse, sin embargo, existe una frase que puede tranquilizarlos. Inclusive a adultos también. Esta frase, que es tan mágica, abre un marco de conexión entre el adulto y el niño, o con la persona que no sabe qué hacer o qué es lo que le sucede.
En cualquier rango etario, todos sentimos emociones intensas, la diferencia es que algunos cuentan con los recursos y otros no. Los niños al no saber qué hacer, se expresan de la mejor manera que tienen, explosivamente y es el rol del adulto lo que es clave en la situación. No se trata de ignorar ni de imponer, sino de ofrecer un marco seguro que reduzca la tensión.
Sin embargo, la psicología ha identificado una frase de ocho palabras que, según expertos, puede apaciguar el enojo infantil en apenas 30 segundos: “Sé que estás enfadado, estoy aquí para ayudarte”. Esta expresión, propuesta por el psicólogo Jeffrey Bernstein en Psychology Today, se ha convertido en una herramienta poderosa para padres y cuidadores, al combinar empatía, validación y apoyo en un solo mensaje.
El poder de la empatía en ocho palabras
La frase cumple tres funciones clave: reconoce la emoción del niño, reduce su sensación de soledad al ofrecer compañía y crea un espacio de calma al eliminar cualquier juicio. Según Bernstein, con más de 30 años de experiencia, la eficacia de estas palabras radica no solo en su contenido, sino en el tono y la postura del adulto. Un tono suave, un lenguaje corporal relajado y, en el caso de niños pequeños, arrodillarse a su altura para mantener contacto visual, potencian su efecto. Por ejemplo, la técnica ha sido observada en figuras públicas como Kate Middleton, quien utiliza este enfoque con sus hijos para ayudarles a canalizar emociones intensas.
Investigaciones recientes, como las publicadas en Developmental Psychology y Current Opinion in Psychology, respaldan esta estrategia, destacando que la regulación emocional de los padres influye directamente en la capacidad de los niños para manejar su ira. Al validar los sentimientos del menor sin intentar suprimirlos, se fomenta un entorno seguro que facilita la autorregulación. Esta frase no sólo es efectiva en niños pequeños, sino que también puede adaptarse a adolescentes, ajustando el tono y el contexto según la etapa de desarrollo.
Más allá de la frase: estrategias complementarias
Expertos en crianza positiva, como Reem Raouda, coach certificada en crianza consciente, sugieren complementar la frase con gestos de afecto, como un abrazo, siempre que el niño lo acepte. Preguntar “¿Quieres un abrazo o prefieres estar solo un ratito?” da al menor control sobre sus necesidades, promoviendo la autonomía emocional. Asimismo, permitir que el niño exprese lo que siente sin interrupciones, una vez alcanzada la calma inicial, fortalece la confianza y abre la puerta a soluciones conjuntas.
En redes sociales, como X y Facebook, padres y educadores han compartido experiencias positivas con esta técnica. En un hilo reciente en X, una usuaria comentó: “Probé la frase con mi hijo de 4 años y fue increíble cómo dejó de gritar en segundos. Se sintió escuchado”.
En grupos de parenting en Facebook, como “Crianza Respetuosa”, usuarios destacan que combinar la frase con ejercicios de respiración o dibujar lo que sienten ayuda a los niños a procesar su enojo de manera saludable. Sin embargo, algunos advierten que la efectividad depende de la consistencia y de la calma del adulto, ya que responder con irritación puede anular el impacto.
Consejos prácticos para aplicarla
- Mantén la calma: La frase pierde efecto si se dice con enojo. Respira profundamente antes de hablar.
- Adapta el lenguaje corporal: Para niños menores de 4 años, arrodíllate a su altura; para escolares o adolescentes, mantén un tono respetuoso y evita actitudes autoritarias.
- Ofrece opciones: Preguntar si prefieren hablar, un abrazo o un momento a solas empodera al niño.
- Escucha activamente: Una vez calmado, permite que exprese la causa de su enojo sin juzgarlo.
Un recurso universal con impacto duradero
Aunque la frase es simple, su impacto trasciende las rabietas infantiles. Según Bernstein, puede aplicarse en adolescentes e incluso en conflictos entre adultos, ya que se basa en principios universales de comunicación emocional: validar, acompañar y evitar el juicio. En un mundo donde las emociones intensas son parte de la experiencia humana, esta herramienta no solo calma, sino que enseña a los niños a gestionar sus sentimientos, sentando las bases para una adultez emocionalmente saludable.
