Dos mulas bien cargadas con paquetes andaban con dificultad por el camino. Una cargaba sacos con dinero y la otra llevaba granos.
La mula que llevaba el dinero andaba con la cabeza erguida, como si supiera del valor de su carga, y movía de arriba abajo las campanas sonoras sujetadas a su cuello.
Mientras tanto, su compañera seguía con el paso tranquilo y silencioso.
De repente, unos ladrones se precipitaron sobre ellas desde sus escondrijos, y en la riña con sus dueños, la mula que llevaba el dinero fue herida con una espada, y avariciosamente tomaron el dinero sin hacer caso del grano.
La mula que había sido robada y herida, se lamentó de su desgracia.
La otra contestó:
– “Estoy en efecto muy contenta de que fui despreciada, pues no he perdido nada y tampoco me hicieron daño”.
¿Cuál es la moraleja de la historia?