Su importancia alimentaria y religiosa del amaranto es similar a: el maíz, el frijol, el chile, la calabaza, que se ofrecían como muestra de agradecimiento al Imperio Azteca. Su cultivo en México fue severamente penado por los Españoles por su uso religioso, similar a la comunión católica, aunque en algunas zonas se conservaron algunos usos rituales; en la actualidad ha sido altamente revalorado por su contenido nutricional, sus ventajas agronómicas, y su fácil manejo para su procesamiento y usos en distintos  ámbitos.

El amaranto se considera un importante complemento en las dietas a base de cereales, y especialmente benéfico en la alimentación de niños, mujeres embarazadas o en fase de lactancia, por su alto contenido en proteínas (16%); además por ser rico en lisina, aminoácido esencial en la nutrición humana, escaso en los cereales comunes.

Las hojas son        ricas en proteínas, vitaminas y minerales y pueden aportar el doble o tres veces más nutrientes que otros vegetales. Algunas especies tienen elementos anti-nutricionales por lo que las hojas se deben consumir tiernas, hervir y escurrir antes de su consumo.

El amaranto, como la caña de azúcar y otras plantas tiene un mecanismo fotosintético particular conocido como de tipo C4, este mecanismo lo hace eficiente en condiciones de altas temperaturas, baja disponibilidad de agua y suelos salinos, por lo que se considera podría ser un cultivo alternativo en zonas semiáridas o de baja precipitación. En México se han generado variedades que en condiciones adecuadas, pueden producir de 3 a 5 toneladas por hectárea. Sus parientes silvestres, si escapan de cultivo, pueden llegar a convertirse también en malezas competitivas a otros cultivos.

El amaranto en México es cultivado en los estados de Guerrero, México, Morelos, Tlaxcala, Puebla, Distrito Federal, Michoacán y Oaxaca. Se usa en golosinas, como complemento alimenticio, en productos dietéticos y tiene un importante potencial en la industria por sus tipos de aceites, almidones y proteínas. Se ha conservado y continúa siendo importante en la agricultura tradicional; sin embargo, algunas variantes corren el riesgo de desaparecer por su cultivo limitado, sostenido por pocos agricultores. 

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