Expertos en desarrollo infantil han advertido sobre los riesgos que representan los juguetes bélicos en la formación emocional y conductual de niñas y niños. Pistolas, rifles de juguete y videojuegos con contenido violento no son simples herramientas de entretenimiento: pueden influir en la forma en que los menores interpretan la realidad, normalizando conductas agresivas y reduciendo su capacidad para desarrollar empatía y habilidades de resolución pacífica de conflictos.

Diversas investigaciones han demostrado que el juego es una vía esencial para el aprendizaje durante la infancia. A través del juego simbólico, los menores recrean e interpretan situaciones de su entorno, lo que les permite adquirir habilidades sociales, cognitivas y afectivas. Sin embargo, cuando las dinámicas lúdicas están centradas en la violencia o en la simulación de combates, existe el riesgo de que estas conductas se reproduzcan en la vida diaria.

El papel de las normas y la regulación

En México, la preocupación por el impacto de estos productos ha llevado a establecer lineamientos normativos que regulan su diseño, comercialización y distribución. Destaca la NOM-161-SCFI-2003, una norma oficial mexicana que establece los requisitos de seguridad que deben cumplir los juguetes. Entre otras disposiciones, exige que los juguetes bélicos no se confundan con armas reales, especificando características como colores llamativos, etiquetas visibles y materiales no metálicos, con el objetivo de evitar incidentes y frenar su uso en contextos inadecuados.

Además, algunas entidades han impulsado campañas y reformas locales que buscan limitar la venta de juguetes bélicos en espacios públicos, como ferias y mercados, y fomentar una cultura de paz desde la infancia. Aunque estas medidas aún enfrentan retos para su aplicación efectiva, marcan un paso importante hacia la concientización colectiva sobre el tipo de entretenimiento que se ofrece a los menores.

Consecuencias emocionales y sociales

Especialistas señalan que la exposición constante a juguetes o contenidos violentos puede interferir con el desarrollo emocional de los niños, generando insensibilidad ante el sufrimiento ajeno y validando la violencia como mecanismo para resolver conflictos. También se ha observado que estos juguetes pueden afectar la forma en que los menores construyen sus relaciones sociales, disminuyendo su capacidad para cooperar y dialogar con los demás.

Por ello, los expertos insisten en la importancia de acompañar y orientar el juego infantil, seleccionando juguetes que fomenten la creatividad, la comunicación, la empatía y el trabajo en equipo. La intervención activa de madres, padres y cuidadores resulta clave para evitar que los menores asimilen como normales prácticas o actitudes que pueden afectar su bienestar emocional.

Una elección con impacto a largo plazo

Más allá de una simple preferencia de compra, la elección de los juguetes que se ofrecen a las infancias es una decisión con repercusiones sociales y culturales. Elegir juegos y materiales que promuevan la paz, el pensamiento crítico y el respeto por los demás es apostar por el desarrollo integral de niñas y niños y por una sociedad más justa y menos violenta.

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