Este jueves marca el segundo aniversario desde que el presidente Vladimir Putin ordenó la invasión de Ucrania, dejando una marca en la historia entre dos pueblos que alguna vez fueron hermanos pero ahora se enfrentan en un conflicto sin fin. A pesar de las pérdidas sufridas por ambos lados, Moscú y Kiev no están cerca de llegar a un acuerdo negociado para detener el derramamiento de sangre.
La "operación militar especial" concebida por el Kremlin para dos o tres semanas de duración no ha alcanzado sus metas. La desmilitarización y desnazificación de Ucrania sigue siendo un objetivo incumplido, al igual que la completa liberación de los territorios de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, que ahora forman parte de Rusia.
Por otro lado, Ucrania no ha logrado expulsar las tropas rusas más allá de sus fronteras y ha perdido alrededor del 20% de su territorio, incluida la península de Crimea anexada en 2014. La ayuda militar y financiera de Occidente es lo que permite a Ucrania resistir.
La guerra ha dejado una línea del frente de mil 200 kilómetros de extensión, con soldados rusos y ucranianos muriendo diariamente. La población civil en zonas devastadas sufre el constante riesgo de bombardeos y minas terrestres, viviendo con el temor constante de perder sus hogares o sus vidas.
Lo que alguna vez fueron pueblos con vínculos históricos, ahora están inmersos en un conflicto que parece no tener fin, dejando un rastro de sufrimiento y destrucción en su camino.