Como siempre, de ningún modo como opinión personal, sino, esta vez apegándose a su descripción arquitectónica, “los chapiteles son construcciones situadas en la parte superior de una torre, campanario o crucero de una iglesia, son estrechos, esbeltos, de forma piramidal o cónica, que rematan una torre, un ornamento que corona iglesias cristianas.

El erradamente conocido aquí como Chapitel, coincide con la forma constructiva de un “túmulo funerario” de orden civil y no religioso, éste, edificado para honrar y recordar a Hernán Cortés en Cuernavaca que era la sede de su Marquesado del Valle; “Cuando el finado era miembro de la realeza o muy importante en la nobleza, se le erigía un monumento funerario, llamado túmulo, que sirviera para hacer ostentación pública del dolor ante la pérdida”. Como es el caso del similar túmulo erigido en 1559 para Carlos V que estaba en el patio del demolido Convento de San Francisco en Ciudad de México construido por Claudio de Arciniega.

Tan es así, que, el lugar donde se encuentra el mal llamado Chapitel de El Calvario, antiguamente se llamó “Plaza de Hernán Cortés”, esta inscripción estaba en un óvalo de cerámica que fue retirado -hay fotografías donde se aprecia- y cuyo indicio quedó marcado en la columna frontal izquierda.

En Cuernavaca, se sabía, que en una urna –que también consta en fotografíasque estaba al frente y en la base de la bóveda se encontraban los restos de Martín, el hijo que tuvo Cortés con la Malinche, urna que también fue retirada.

Consumada la Independencia se mandaron destruir todos los blasones españoles de las fachadas de los edificios públicos y privados de todo México que recordara la época virreinal, pero en este túmulo quedó uno íntegro en la esquina superior que da al norponiente, es el escudo del Reino de Castilla y León al que pertenecía Extremadura la tierra de Cortés.

El mal llamado -por quien sabe quién- Chapitel de El Calvario nombre fusilado una y otra vez como se acostumbra, se construiría como su “túmulo funerario”, que eventualmente serviría como mausoleo para el conquistador, colocando sus restos en la urna rematada con una cruz en lo más alto de la cúpula, sin embargo, al no estar enterado de esto, dejó otras instrucciones en su último testamento días antes de fallecer.

En esos tiempos, el primer virrey Antonio de Mendoza y la Real Audiencia tenían graves pleitos contra Cortés, ellos lo habían sustituido como máxima autoridad en Nueva España y le habían fincado un juicio para desprestigiarlo, mismo que como marqués que era, tenía que ser autorizado por el rey Carlos, y como fue, porque el conquistador le competía en fama, razones por las que aquí se ocultaría el cometido de esa construcción, cuyo origen es meramente civil construido por la autoridad civil, y no religiosa por los franciscanos que aquí se instalaron en esa época. En lo alto, hay una dudosa inscripción que dice que se erigió en 1538, dudosa porque se anotó hasta 1772 cuando entonces fue consagrado a la Virgen de Guadalupe, más de dos siglos después de su construcción. Son más los autores que aseguran que se inició en 1547 asentando que; “Su construcción fue ordenada e iniciada en 1547 -el mismo año en que Cortés fallece en España- por orden del alcalde de Cuernavaca Juan de Caraza, quien había sido puesto por Cortés, y por acuerdo de Juan Altamirano su fiel primo y administrador”, cuando Cuernavaca era la sede del “Marquesado del Valle”.

Estos túmulos evolucionaron de montículos de rocas hasta edificaciones arquitectónicas.

Continuamente salen a la luz nuevas versiones que echan abajo las anteriores que se venían dado por ciertas; también se ha dicho sin fundamentos que el Palacio de Cortés se inspiró en el Alcázar de los Colón en Santo Domingo cuando son muy diferentes en tamaño, planos, fachada, arcada, tipo y numero de arcos; y que el título del conquistador era “Marqués del Valle de Oaxaca”.

Cuando he justificado con pruebas suficientes que el modelo, fachada y planos del “Palacio de Cortés” se tomaron de su igual “Villa Chigi de le Volte” en Siena Italia, y de

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