El pasado martes 8 de agosto, a invitación de Marcos Suárez y del notario Panchito Rubí -ambos miembros del Consejo Consultivo de la asociación “Por el rescate de la Historia y la Crónica de Cuernavaca”- asistimos a la 23ª Cabalgata Zapatista de la que son iniciadores en el año 2000, para celebrar el 144 aniversario del nacimiento del Caudillo, -donde sorpresivamente saludé a muchos lectores de esta columna. 
La cabalgata esta vez, si inició en la entrada de Anenecuilco, pasando por su zócalo, por el Museo Casa donde nació el General Zapata, adentrándose en los extraordinarios terrenos de cultivo de El Huajar, y por los túneles de la vía del tren exclusivo de la hacienda que servía para transportar la caña a los molinos. La marcha concluyó con una comida de más de 300 jinetes en la antigua Tienda de Raya de la “Hacienda de El Hospital”. 
La tienda de raya, era donde se pagaba a los campesinos, pero también donde les vendían productos básicos por encima de su precio y fiados, de esta manera el hacendado recuperaba el dinero de los sueldos descontándoselos el día de “raya”. Esta tienda estaba alejada de la hacienda, en medio de esos esplendidos campos de cultivo de Anenecuilco, y fueron las primeras tierras por las que luchó Zapata para regresarlas a sus dueños originales, los campesinos. Se conocía como tienda de raya porque los peones solo ponían una raya en el libro de cuentas por no saber firmar.  
Los dueños originales de esas tierras, habían sido los indígenas a quienes, la corona española a través del gobierno virreinal se las había reconocido en propiedad comunal mediante documentos reales. Después de la Independencia se desconocieron esos documentos y los hacendados se empezaron a apoderar de las tierras mediante engaños o compras hasta con amenazas, dando origen a latifundios, así, los campesinos se convirtieron peones de sus propias tierras o en pequeños ganaderos de dos o tres vacas, sin embargo, por estar cercadas las tierras, no podían pasar con sus animales a darles de beber al rio Yautepec. 
Mientras esas tierras estaban en litigio, estando las lluvias por llegar, y después de ruegos de los campesinos para poder sembrar, aunque sea pagando renta, en tanto se decidía quienes eran los dueños, se dio la patética comunicación entre el hacendado y el gobierno del estado -que intervenía como mediador- “Si los de Anenecuilco quieren sembrar –dijo el hacendado- que siembren en maceta, porque ni en Tlacolol -laderas pedregosas- han de tener tierras”. Con penurias, los campesinos siguieron tratando de hacer valer sus derechos ante los tribunales, sin resultados.  
Fue así como, por esas productivas tierras del paraje de El Huajar de las que se había apoderado la Hacienda del Hospital, y ante tanto reclamo fallido, estalla aquí el conflicto armado. Los campesinos se unieron a Zapata adhiriéndose al Plan de San Luis para derrocar a Porfirio Diaz, lo que daría lugar a la Revolución Zapatista, 
-En 1569, un joven y arrepentido personaje mundano que se convirtió al servicio del prójimo en fray Bernardino Álvarez, inicia la construcción del “Hospital de Santa Cruz de Huastepec” que funcionó entre los siglos XVI y XVIII, para su sostenimiento respetando las tierras de los indígenas, el gobierno virreinal le otorgó en propiedad tierras de lo que sería la “Hacienda de Nuestra Señora de la Concepción” conocida como “del Hospital” eran alrededor 2.6 mil hectáreas. Contaba con varios molinos de trigo y caña que se movían con mulas y bueyes, porque no contaba con agua ni acueducto. Llegó a producir 471 toneladas de azúcar y 529 de miel. 
Después de la Independencia cambió de dueños varias veces. En 1899 su dueño era ya don Vicente Alonso Simón, para entonces, la hacienda se había apropiado de terrenos indígenas, había crecido a 4.4 mil hectáreas, es cuando se realizaron importantes obras para introducir el sistema de riego en la mayor parte de los terrenos y la novedosa maquinaria de la Revolución Industrial, por lo que, para 1909 ya producía también arroz y 2,500 toneladas de azúcar y 1000 de miel. Al morir don Vicente, la hereda a su viuda doña Julia Pagaza, además de los cercanos ingenios de San Nicolas Obispo y Zacatepec, sumado los tres más de 63,300 hectáreas que producían 14 mil toneladas de azúcar, casi la tercera parte de producción del Estado de Morelos. En esas tierras arrebatadas a sus dueños originales, es donde surge la inconformidad y la chispa revolucionaria, finalmente, después del reparto agrario, de la hacienda solo quedó el casco con poco más de tres hectáreas, dotando de tierras a los ejidos de Villa de Ayala, Anenecuilco, Hospital, Moyotepec, Calderón y Cuautla, con un total de alrededor de 12 mil hectáreas-. *Con datos de Alfonso Toussaint en Haciendas de Morelos-.
Las cabalgatas se iniciaron el 12 de diciembre de 1998 en honor a la Virgen de Guadalupe, con jinetes de Tepoztlán, Jonacatepec, Tepalcingo, Villa de Ayala, Cuautla, Huitzilac, Tlaltizapán, Anenecuilco, San Rafael Zaragoza. en un pequeño acto en la vieja estación de trenes de Cuernavaca, ya que el ferrocarril tuvo un papel destacado en la Revolución. De ahí, surgió la idea que en el año 2000 se realizara la primera Cabalgata Zapatista desde Jonacatepec, hasta el pueblo de Huichila para recordar el nacimiento del General Zapata. 
Los domingos anteriores al 10 de abril se realiza otra cabalgata por la muerte del Caudillo del Sur.  
De esta manera se recuerdan los andares de Zapata por los campos morelenses. 
-Gracias al Antropólogo Víctor Hugo Valencia Valera por las facilidades para la visita grupal al Museo de los Pueblos de Morelos -Palacio de Cortes.
¡Hasta la próxima!

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