Hace unos días fui invitado por Ignacio Figueroa Figueroa, a participar en el homenaje a su primo, el exitoso y fallecido compositor y cantante Joan Sebastian, aquí un resumen de lo expuesto: 

Hablar de Joan Sebastián, es hablar de una gran capacidad para superar circunstancias adversas y de empeño para ser aceptado y triunfar, quizá se deba a sus orígenes judíos, concretamente de Portugal- el apellido Figueroa es judío-portugués- gente de lucha que llegaron a América en busca de mejor vida tras la persecución que sufrieron en Europa. Esos judíos, formaron una comunidad alrededor de la Hacienda de Cantarranas cercana a Taxco, fue la primera comunidad judía conversa al cristianismo en toda América y le llamaron “Judeanea”. Por razones del antisemitismo de la época colonial, fue cambiando a “Judiantla” pero seguía siendo muy obvio, finalmente quedó en Juliantla, como se le conoce en la actualidad.

Existe la iglesia católica que en un tiempo fue sinagoga, permanecen dos baños llamados “mikve” para ritual judío, con agua corriente de manantial como lo exige el rito, que servía para la purificación de los hebreos, uno para hombres y otro para mujeres de los que quedan pocos en Portugal y España.

Un día 8 de abril, nace en Juliantla uno de los grandes compositores y arreglistas de nuestro país, tenía la capacidad de observar y reconocer temas para sus canciones como “Secreto de amor” inspirada en una hermosa muchacha de Coatlán del Rio hija de la propietaria de la tienda frente al kiosco, que efectivamente se llama Gloria, de lo que me enteré cuando la conocí en ese “frutero de Morelos”.

Hablar de José Manuel Figueroa Figueroa –Joan Sebastian- es hablar de Juliantla, su pueblo, plasmado en sus versos desde niño: “Hay un Pueblo en la montaña, sin bullicios ni ruidos de coches, tiene un sol que de luces lo baña y una luna que alumbra sus noches”.

Con esfuerzos, su padre, lo internó en un colegio de Guanajuato cuando tenía 8 años, fue una época donde le cambiaba estrofas a las canciones y hacia sus propias letras. A los 11 años regresó a Juliantla  donde empezó a escribir más en serio.

De nuevo lo internaron, esta vez fue en en Cuernavaca en el “Colegio Cristóbal Colon” donde fuimos contemporáneos aunque no de la misma generación. Desde ese momento quiso ser sacerdote. A los 14 años ingresó al seminario conciliar de San José de Cuernavaca, hasta que se dio cuenta que su destino era la música. Tenía 17 años cuando abandono el seminario para dedicarse a la carrera musical, fueron años de lucha, por no ser guapo fue rechazado por Raúl Velazco el “hacedor de estrellas”, a quien rogó una y otra vez que lo escuchara, y cuando ya había triunfado, Velazco, disculpándose, fue quien lo llamó para su programa de televisión. Su primera interpretación en público fue, en un concurso en Cuautla, no lo dejaron cantar una canción de su autoría. 

Para sobrevivir trabajó como recepcionista en el “Centro Vacacional Oaxtepec”. Era el año de 1968 cuando llegó a hospedarse Angélica María, mientras esperaba escuchó cantar a Joan, al día siguiente, él, le interpreto unas canciones. Al terminar, le sugirió que las grabara y le dio el número de teléfono de Eduardo Magallanes, su sueño se convertía en ilusión.

Manuel, como le dicen familiares y amigos, se fue a la ciudad de México, no encontró a Magallanes. Tocando puertas, llegó a Discos Orfeón. Seis meses, después grabó su primer disco. El camino hacia el éxito había comenzado. Lo programaron en Radio Variedades, donde sus canciones se tocaban día y noche. 

Empezaba el nuevo año 1977 cuando surgen los primeros éxitos: “Camino del Amor”, “El Sembrador de Amor”. Es cuando llega a Musart, donde le dijeron que cambiara su nombre”. “Me quiero llamar Juan Sebastián”, no funcionó. Y la búsqueda continuó, hasta que un día, su hermana Ana le recomendó el cambio de la “u” por una “o” en el nombre Juan, y Sabastian sin acento en la última silaba, y pareció un milagro.  

“Sembrador de Amor”, fue tomado por un grupo argentino que lo interpretó en el Campeonato Mundial de Fútbol de 1978. Joan vivía en Chicago, donde se ganaba la vida como vendedor de autos y hacia comerciales para radio, cuando conseguía trabajar como cantante cobrara 50 dólares por noche, quiso ser mesero pero no dio el ancho por el Idioma, lo metieron de lavaplatos y duró una semana. De repente, un promotor lo llamó para que fuera a cantar en Texas, ofreciéndole mil dólares diarios, el dinero lo metía en paquetes de aluminio en el congelador. 

Cuando platiqué con él en un restaurante de Cuernavaca, me contaba que en una ocasión, cuando se dirigía a su pueblo vio a un campesino cargando a cuestas una gran cantidad de canastos, regresaba a su casa sin haber vendido nada, Joan lo subió a su camioneta, lo llevó hasta su casa y le compro toda su mercancía; lo que me hizo recordar –le comenté- la alegre y triste canción “Lamento Borincano” de El Jibarito Rafael Hernández, con lo que asentó mi comentario.  

Ya en la cumbre del éxito, fue invitado a dar una conferencia a los empleados del Centro Vacacional de Oaxtepec. La tituló “La importancia de soñar y luchar”. 

Juliantla es un pueblito de mil habitantes, enclavado en una cañada rodeado de montañas, donde hasta hace unos años, no permitían que personas ajenas llagaran a vivir ahí, los matrimonios se efectuaban entre sus miembros, incluso entre familiares. 

La modesta casa donde nació se mantiene como estaba, permanece abierta al público sin vigilancia.

P. D. hasta el otro sábado

Por: Carlos Lavín Figueroa / carlos_lavin_mx@yahoo.com.mx

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