Son ya doce años publicando en Diario de Morelos, después vendrían semanarios, revistas locales, nacionales y algunos artículos en revistas de España y Francia. Todo empezó de la mano de mis padres, cuando pasando frente a los emblemáticos monumentos, calles y plazas de Cuernavaca, me narraban esas historias, así, repasaría libros que mi padre tenía de varios autores como Don Valentín López González. 

Pasó una vida cuando Gabriela Dumay y “este Valentín” -como le decía Adriana Estrada al hijo de Don Valentín- me animaran a escribir lo que en el café les relataba.

“Yo soy cuernavacense ¿Y usted?” fue mi primera entrega para el rescate de nuestro gentilicio que décadas atrás había dejado de usarse y empezaba a distorsionarse. Hoy suman más de ochocientas entre narraciones e investigaciones. 

Durante mi larga estadía en Barcelona y en Madrid donde asistí a las tertulias semanales entre intelectuales e historiadores en el restaurante “El sobrino de Botín” el más antiguo del mundo, y también recorriendo España e Italia fui encontrando indicios que enlazan el objeto mismo entre el Viejo y el Nuevo Mundo, desde construcciones, costumbrismos, música y vestimentas, visto desde allá con una perspectiva distinta, era como viajar al pasado, observando e interpretando el porqué de las cosas. Así encontré reveladores datos que me arrojaron hipótesis, para luego ir investigando y confirmando su veracidad, lo que resultó ser la metodología científica.

Escribiendo, se aprende a decir lo que se tiene que decir y hacer lo que se tiene que hacer, debe uno descubrirse porque satisface, libera; por ejemplo, siempre viví convencido de que no podía cantar ni bailar. Desde los “bailables” del kínder no hilaba un solo paso. Mi tía Chelo, hermana de mi madre, me encerraba en una habitación y me hacía dar con ella unos forzados y torpes pasos a cambio de promesas. Con el tiempo, mi pareja me reclamaba por no bailar en fiestas y bodas, y si lo hacía, lo hacía tenso, y me bloqueaba. 

Mis preferidas eran pocas, esas sí que las bailaba y muy bien pero de tanto practicarlas en las discotecas después de salir del Harri’s lugar de mis dominios, tanto, que en broma, me comparaban con Rick el del “Rick’s Café” de Casablanca. Mis piezas preferidas eran “As time goes by” que cantó Sam -Dooley Wilson- en esa película que además también es mi favorita; “Amante Bandido” de Miguel Bosé, “Solo llamé para decirte que te amo” de Stevie Wonder; “Sobreviviré” de Gloria Gaynor; con su majestuoso arreglo instrumental; “New York New York” de Sinatra; y la más querida, era “Querida” de Juan Gabriel. Antes de abrir la noche me apoderaba de la pista bailando Pedro Navajas, y hay testigos. “Celebration” me trae recuerdos en Acapulco y no precisamente bailando; y caminando las calles de Ciudad de México, la sensual “Adoro” y la triste “Esta tarde vi llover” de Manzanero, era mi época de estudiante, luego “La nave del olvido”. Hoy, cada una me regresa a aquellos momentos. Corrían los últimos años sesenta y los setenta era mi época de moto -de dos ruedas. Como decía José José, “Fui de todo y sin medida…” bueno de casi todo, en el buen sentido, sin adicciones ni desviaciones, sin confundir por favor, a mí no me inquietan palabras vergonzosas o de gran envergadura pero hay a quien se le pierde la mirada con solo escucharlas.

Ahora la música me sacude hasta lo nocivo de la irracional vida cotidiana, ahora bailo hasta caminando como si nadie me estuviera viendo, sin gloria pero sin pena, desde música de las grandes bandas como las de Ray Coniff con “Bésame mucho”, hasta las bandas norteñas como Capaz de la Sierra con esa que dice “Pero te vas a arrepentir…” que se decía que era de nacos, o arrabaleras y raspadoras como “Fue en un cabaret, donde te encontré bailando…”, y el bramador “Mambo Numero 5” de Pérez Prado. 

Hay que escribir, bailar, cantar, cocinar, sembrar, plantar, dar gusto a los sentidos, descubrirse, reinventarse, que nada nos impida ser nosotros mismos, porque la vida se te amarga cuando te comparas o quieres vivir la vida de otros y no la tuya, cuando te la pasas envidiando, porque la envidia es el pecado capital que no deja nada solo demerita, exhibe y enferma, o cuando no disfrutas lo que tienes, como dice la canción que me cantaba completa mi hija Mónica a todo pulmón cuando tenía solo tres años, entonces de moda, y que conservo grabada, fue como un mensaje, era de José María Napoleón:

 Nada te llevarás cuando te marches

cuando se acerque el día de tu final 

vive feliz ahora mientras puedes

tal vez mañana no tengas tiempo

para sentirte despertar.

Siente correr la sangre por tus venas

siembra tu tierra y ponte a trabajar

deja volar libre tu pensamiento

deja el rencor para otro tiempo

y echa tu barca a navegar.

(Y enfatizaba)

Abre tus brazos fuertes a la vida

no dejes nada a la deriva

del cielo nada te caerá;

trata de ser feliz con lo que tienes

vive la vida “inpensamente” –decía.

luchando lo conseguirás.

Y cuando llegue al fin tu despedida

seguro es que feliz sonreirás

por haber conseguido lo que amabas

por encontrar lo que buscabas

porque viviste hasta el final.

 

P. D. Hasta el otro sábado

Por: Carlos Lavín Figueroa / carlos_lavin_mx@yahoo.com.mx

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